El ‘bumerán’ (del inglés ‘boomerang’) es un “arma arrojadiza, propia de los indígenas de Australia, formada por una lámina de madera curvada de tal manera que, al ser lanzada con movimiento giratorio, puede volver al punto de partida”. El diccionario de M. Moliner dice: “Arma arrojadiza usada por los indígenas de Australia...”. Y el de Noah Webster anota: “Boomerang. Australian ‘bumarin’, woo-murang, names of clubs” (nombres de palos). Sin embargo, el autor de Oasis afirma que no es así, con el siguiente argumento: “De hecho, se encontraron varios bumerán en la tumba del faraón Tutankamón” (LA PATRIA, 4/4/2024). Que tenga razón o no, no importa: allá él, que ‘con su pan se lo coma’, como decía Sancho. Lo que aquí interesa es el plural de ‘bumerán’, que, de acuerdo con las normas ortográficas del castellano, no es invariable en número. Su plural es ‘bumeranes’. En singular, aunque es más aconsejable la grafía española ‘bumerán’, puede escribirse también ‘bumerang’.
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La columnista colombo-francesa Florence Thomas, la abanderada del farragoso, nocivo, inútil y traicionero lenguaje incluyente, escribe bien en su segundo idioma. No obstante esto, en la siguiente frase emplea dos términos que no son entradas de la vigesimotercera edición de El Diccionario (2014): “...el reconocimiento de las diversidades identitarias que complejizan los amores” (LA PATRIA, 3/4/2024). Son ellos el verbo ‘complejizar’ y el adjetivo ‘identitario’. Del verbo, ‘complejizar’ (‘hacer más complejo algo’), hay que decir que está bien estructurado, pues con el sufijo ‘-izar’ se forman, de sustantivos o adjetivos, verbos que significan la acción propia de ellos, por ejemplo, ‘carbonizar’ (de ‘carbón’) y ‘suavizar’ (de ‘suave’). Pero, aunque parece que ya es castizo, considero que con el verbo ‘complicar’ (del latín ‘complicare’ –‘plegar, enrollar, enroscar, arrollar’), o con alguno de sus sinónimos – ‘enredar, dificultar, confundir’– es más que suficiente para expresar esa idea. Y el adjetivo ‘identitario’ no es castizo. En su lugar debió echar mano de ‘identificativo’ (“que identifica o sirve para identificar”, las diferencias, por ejemplo), que expresa cabalmente la idea de la famosa feminista.
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Hay vicios idiomáticos difíciles de desarraigar, como el mal empleo del verbo ‘iniciar’, el escribir ‘aún’ por ‘aun’ y viceversa, y ‘si no’ en vez de ‘sino’. También el uso de la preposición ‘por’ con el verbo ‘propender’, que rige la preposición ‘a’. Una muestra: “Esta Federación propende por el fortalecimiento de la descentralización...” (LA PATRIA, Supimos que..., Jesús Iván Ospina Atehortúa, miembro suplente de la Federación Colombina de Municipios, 6/4/2024). ...propende al fortalecimiento...”, porque este verbo intransitivo (del latín ‘propendere’ ‘-inclinarse’) implica ‘tendencia a’ o ‘hacia algo’. Sinónimos, entre otros, ‘tender, aficionarse, simpatizar, ladearse, encapricharse, enviciarse’...
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Titular de LA PATRIA, 25 de marzo de 2024: “En Chinchiná saborean café de cannabis: el proyecto lo creó un estudiante”. Este joven tiene que ser un taumaturgo, porque hacer café de cannabis es, ni más ni menos, un milagro. Es como obtener chocolate de aguacates, porque en estos casos, la preposición ‘de’ introduce un complemento que indica la materia de que está hecho algo, ‘hecho de’, por ejemplo, ‘un cuchillo de acero, una cuchara de palo’. Como anota el corresponsal Razuvi, “mejor, tomar café con cannabis o con esencia de cannabis”, O de marihuana, o de maracachafa, como más le guste.
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‘Aguacates desplazados’ fue lo que imaginé al leer la siguiente información de la sección ‘Supimos que...’ de LA PATRIA: “Y es que este árbol, frente a ella, alberga una buena cantidad de aguacates...” (9/4/2024). Se refería al aguacate del parque de la Candelaria en Riosucio. El verbo ‘albergar’ (derivado de ‘albergue’, tercer cuarto del siglo XIII, del gótico ‘haribaírgo’, pronunciación ‘jaribergo’, ‘campamento’ -Corominas) significa ‘dar alojamiento, hospedaje’, y puede usarse en sentido figurativo, verbigracia, ‘albergar sentimientos de odio hacia alguien o algo’. Entraña, además, ‘recibir algo ajeno al que lo recibe’, y un palo de aguacates no los recibe, sino que los produce.