En la clasificación de los verbos irregulares que hizo don Andrés Bello, la segunda clase corresponde a los verbos que cambian la ‘o’ de la raíz por el diptongo ‘ue’, por ejemplo, ‘volar’ (‘vuelo, vuelas, etc.’). A esta clase pertenece el verbo ‘descollar’, norma que no tuvo en cuenta el comentarista deportivo Mario César Otálvaro en esta declaración: “La nómina actual peca por calidad, descollan el portero Chaux y Dayro goleador” (LA PATRIA, 16/10/2023). “Descuellan el portero Chaux y Dayro, goleador”, castizamente. La irregularidad se realiza en el presente de indicativo (‘descuello, descuellas, descuella; descollamos, descolláis, descuellan’); en el presente de subjuntivo (‘descuelle, descuelles, descuelle; descollemos, descolléis, descuellen’) y en el imperativo (‘descuella, descuelle, descuellen’). A esta clase pertenece el verbo ‘asolar’ con el significado de ‘echar por tierra, destruir, arruinar, arrasar’; pero, con la acepción de ‘secar los campos, echar a perder los frutos’, es regular. El primero tiene relación con el ‘suelo’; el segundo, con los efectos del ‘sol’: hé ahí la explicación. ‘Apostar’, de ‘posta’, con el significado de ‘colocar gente o tropa’, es regular; irregular, si quiere decir ‘hacer apuestas’. Finalmente, y aunque quedan otros por tratar, el verbo ‘engrosar’ admite la conjugación regular (‘engroso, engrueso; engrosas, engruesas...’), teniendo en cuenta que también es castizo ‘engruesar’, regular, con el mismo significado.
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En un accidente increíble, como para Ripley, un árbol cayó sobre la cabina de un camión y mató al conductor. Esto sucedió entre Manzanares y Petaqueros. La sección de LA PATRIA, Sucesos, lo describió así: “La estructura cayó sobre la cabina de un turbo que precisamente pasaba a esa hora...” (16/10/2023). Mal escogido el término ‘estructura’ en esa descripción, ya que, en general, significa la ‘manera como están dispuestas las partes de alguna cosa’, por ejemplo, ‘la estructura del cuerpo humano, de un edificio, de una organización, de un poema, de una oración gramatical, de una novela’, etc. Lo que cayó sobre la cabina y causó la tragedia fue el ‘tronco’ (‘tallo fuerte y macizo) del árbol, o, simplemente, ‘el árbol’. La precisión en la selección de las palabras es indispensable para una redacción acertada.
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El verbo ‘datar’ (‘poner la data’, es decir, fecha y lugar de un documento, de un hecho histórico, etc.) es transitivo, por ejemplo, ‘Fenelón data siempre todo lo que escribe’. Y es intransitivo con la acepción de ‘tener una cosa el tiempo de su origen o principio’, verbigracia, ‘la Gramática de la lengua castellana, de Antonio de Nebrija, data del siglo XV’. Pero no es pronominal, razón por la cual está mal empleado en la siguiente oración: “Desde los albores de la Biblia se datan eventos históricos que repercuten hasta nuestros días” (LA PATRIA, Juan Álvaro Montoya, 19/10/2023). “...se registran, se documentan, se rastrean...” son los verbos, y muchos otros más, que el columnista pudo usar para expresar su idea.
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Las expresiones consagradas son intocables. O deberían serlo. Hay escritores que, quizás por ‘dárselas’ o por ir en contra de lo establecido o por esnobismo, las mutilan o las tergiversan, quitándoles así su significación. Una de ellas es la expresión interjectiva ¡no faltaba más! (¡no faltaría más! o ¡ni más faltaba!), a la que, no sólo le eliminan el adverbio de negación, sino que la escriben sin los signos de admiración. Este botón, de muestra: “Porque (...) con tanta gente en el mundo es muy difícil destacar, y aunque la educación sirva, faltaba más, al final la diferencia la hace la persona” (El Tiempo, Adolfo Zableh Durán, 21/10/2023). Así empleada, la expresión es incolora, insípida e inodora. Mejor dicho, no dice nada, no viene al caso y, además, queda trunca, pues no expresa qué era lo que hacia falta. Con la expresión original se manifiesta enfáticamente (por lo que es una interjección) el rechazo a una pretensión inadmisible o a una decisión inconveniente, verbigracia, ‘Guspéu pretende suspender a destiempo los contratos para la exploración de las fuentes de hidrocarburos’. ¡No faltaba más!