¿Por qué le decimos ‘febrero’ al segundo mes del año? El padre Efraín Castaño Arboleda dio esta explicación: “Febrero viene de la palabra latina ‘februo’, que significa fiebre, fuego…” (LA PATRIA, 1/2/2023). Tiene razón, pero en parte nada más, porque ‘februo’ no es sustantivo, sino la primera persona del singular del presente de indicativo de ‘februare’, que quiere decir ‘purificar, celebrar expiaciones religiosas’. Entre paréntesis, fiebre, en latín, es ‘febris-is’, y ‘fuego’, ‘ignis-is’. Don Sebastián de Covarrubias da la explicación en su ‘Tesoro de la lengua castellana’ (principios del siglo XVII), que transcribo tal como aparece en la impresión de 1611: “Febrero. Nombre del mes, que a nuestra cuenta es el segundo del año. Dixose assí del verbo latino februo, as, lustro, purgo, porque en este mes, que era el postrero del año cerca de los romanos, el pueblo se purgava y lustrava, celebrando a los doze días primeros las fiestas que llamavan februas, haziendo sacrificios por el descanso de las almas de los difuntos, encendiendo lumbres en sus sepulcros y ofreciendo sacrificios. Hazían entonces sacrificios al dios Plutón, por lo qual le dieron el nombre de Februo”. Y añade: “Llamamos vulgarmente a hebrero, loco, por la destemplança y mudança que tiene entonces el tiempo. Porque en un mesmo día llueve y haze sol, nieva y arrasa y hace viento”. Y termina: “El que naciere en este signo (Piscis) será hermoso, el cabello negro, melancólico y enfermiço”. Nota: El Diccionario enseña que ‘febrero’ viene de ‘februarius’, latín por ‘febrero’, mes de la expiación, según Ovidio. 
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Durante estas semanas, y a causa de la contienda entre el prepotente Guspéu y la alcaldesa de la capital colombiana, Claudia López, alrededor de su proyectado metro, he leído muchas veces el verbo ‘soterrar’ con el sentido de ‘hacerlo subterráneo’. El columnista Néstor Humberto Martínez escribió: “Buena noticia frente al capricho de soterranizarlo” (El Tiempo, 5/2/2023). Y en LA PATRIA, Simón Gaviria redactó así: “La primera opción busca subterranizar de la calle 72 con Caracas hasta la calle 100” (7/2/2023). El verbo ‘soterranizar’ es, sin duda, desechable, pues no tiene asidero semántico alguno, por lo que no está en ningún diccionario. Más aceptable, aunque no esté asentado en los diccionarios, el verbo ‘subterranizar’, que debería ser ‘subterraneizar’ (como ‘homogeneizar’), respetando la raíz del adjetivo del que proviene. Queda, pues, sólo ‘soterrar’, no importa que su significado (“esconder o guardar algo de modo que no aparezca”) implique ‘ocultamiento’, que no es el fin de ese sistema de transporte urbano de pasajeros. El latín tampoco tiene un verbo que exprese esa acción. Sólo los adjetivos ‘subterraneus-a-um’, ‘subterrenus-a-um’ y ‘subterreus-a-um’, los tres con la misma acepción de ‘subterráneo’. Tomando como base el último, ¿por qué no acuñar el verbo ‘subterrear’ (“Del latín ‘sub’ -debajo de- y ‘terra’ -tierra- hacer o emprender obras bajo tierra”)? 
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El columnista Santiago Giraldo se hace la siguiente pregunta: “¿Y cómo vamos a escoger a nuestro próximo alcalde de Manizales?” (LA PATRIA, 1/23/2023).  Y comienza la respuesta de la siguiente manera: “Este debe ser el cuestionamiento cuando se acerca la fecha de la votación…”. Confunde en estas dos oraciones las palabras  ‘pregunta’ –implícita en la primera– y ‘cuestionamiento’. Una cosa es ‘preguntar’ (‘interrogar a alguno para que responda según sus conocimientos, criterio o experiencia’), otra, ‘cuestionar’ (‘poner en duda algo, controvertirlo, reñirlo’). Para expresar bien la idea deseada, hay que escoger los términos apropiados para ello. 
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Que el verbo de la oración gramatical concuerde en número con su sujeto es una de las normas más elementales de la gramática castellana, directriz que no observó el redactor de la siguiente información: “Una comisión de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS) felicitó este jueves a Colombia...” (LA PATRIA, 9/2/2023). “…felicitaron…”, porque son dos (plural) las organizaciones que lo hicieron. Ahora bien, si la ‘comisión’ era de las dos instituciones, con la preposición ‘de’ habría dado en el clavo: “…y de la Organización Panamericana…”.