El artículo del señor Marco Antonio Londoño Zuluaga “¿Quién defiende los hospitales?” (LA PATRIA, 4/4/2023) es un ejemplo de cómo no se debe redactar. Primero, porque estoy convencido de que no hizo ‘borrador’, pues sus descuidos en la redacción son tantos, que no cabe en este espacio su análisis individual. Para empezar, una norma que debe seguir cualquier escritor es tratar de no repetir palabras en una misma página. Pues bien, en dicho escrito, de unas seiscientas palabras, echó mano del verbo ‘generar’ nueve veces, una de ellas, al menos, equivocadamente, ésta “...encontrándose en pequeños municipios, los cuales generan grandes esfuerzos para entregarle los servicios de salud a los pobladores...”. Las dificultades no ‘generan’ esfuerzos; los ‘exigen’ o los ‘requieren’ para vencerlas. Y “...entregarles a los pobladores...”, porque el pronombre personal ‘le-les’ debe concordar en número con el nombre que reemplaza. Además, ‘generar’ (“producir una cosa, engendrar”) no es el término más apropiado para expresar las ideas que con él quiso manifestar, que son las de ‘causar, originar, ocasionar, motivar, suscitar, acarrear, dar pie’, etc. Para su consuelo, está en buena compañía: en su columna dominical de LA PATRIA (9/4/2023), el presbítero Luis Felipe Gómez Restrepo usó tres veces, en cuatro renglones, el mismo verbo ‘generar’ (“genera un sentimiento de vulnerabilidad”, “generan pérdidas”, “genera unas rupturas”). No obstante, si el columnista Londoño Zuluaga abusó de dicho verbo de esa manera, se excedió aún más con el ‘gerundio’, al que acudió diecisiete veces, muchas de ellas incorrectamente. Por falta de espacio para su examen, como advertí, sólo le recuerdo la regla de oro del ‘gerundio’: es castizo, sin lugar a equivocación, cuando hay simultaneidad de las dos acciones, por ejemplo, ‘estuvimos todo el día cogiendo café’. Para resolver algo, siempre hay que ‘buscarle la comba al palo’. 
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La preposición ‘hasta’ indica el ‘término’ de una acción, de un recorrido, de un espacio de tiempo o de una cantidad. Nada más. Según esto, al redactor de una información de primera página de LA PATRIA se le apagó la vela al redactarla: “Analistas prevén que la inflación solo empiece a bajar hasta el segundo semestre del año” (6/4/2023). Construcción que no tiene sentido. De este modo, sí: “...empezará a bajar en el segundo semestre del año”. 
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En el artículo para Eje 21 “Las metidas de patas del Fiscal”, su autora metió las suyas unas cuantas veces, gramaticalmente hablando, claro está, pues así redactó: “...me queda el sin sabor de que el discurso del Fiscal sea maniqueísta y selectivo, ya que, como bien sea dicho en la prensa...” (Clara Inés Chaves R., 6/4/2023). ‘Sinsabor’, en este contexto, se escribe así –como ‘sinrazón’ (‘cosa absurda y que no tiene explicación’) y ‘sinsentido’ (‘acción hecha contra justicia y fuera de lo razonable o debido’) –, pues no son lo mismo ‘una empanada sin sabor’ (‘que no le produce ninguna sensación al sentido del gusto’) y ‘el sinsabor de la vida’ (‘pesar, pesadumbre’), término que se puede aplicar a la insipidez de los alimentos. Garrapateó también en la misma oración: “...como bien sea dicho...”, en vez de “como bien se ha dicho”, equivocación que no requiere comentario por su evidencia. Pudo ser un gazapo (error por descuido) nada más, pero así quedó grabado por siempre jamás. Más adelante sentencia: “Cazar peleas con el ejecutivo no es elegante...”. ¿Otro gazapo? Quizás. En todo caso, no es ‘cazar’ (‘salir de cacería’), sino ‘casar’, verbo del que enseña el Diccionario de colombianismos del Instituto Caro y Cuervo: “Referido a una apuesta o una pelea, pactarla o convenirla”. Si pronunciáramos como los españoles... 
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Y así, con su estilo peculiar, escribió el señor Luis Guillermo Giraldo: “Pero pertenecía a la estirpe humana de aquellos lejanos hebreos que con la justicia en su verbo, entonaron tantas luchas por su pueblo...” (LA PATRIA, 9/4/2023). ‘Libraron’, tal vez, o ‘iniciaron’, porque ‘entonar’ es solamente ‘afinar, modular, armonizar, fortalecer, tonificar’.