Escribe el presbítero Jaime Pinzón Medina: “El Diccionario Salvat también asienta MESCOLANZA (además de MEZCOLANZA). Si el verbo es MEZCLAR ¿cómo se filtró la mescolanza?” (17/1/2024). No obstante, según los diccionarios, que también lo acogen, existía el verbo ‘mesclar’ (del latín vulgar ‘misculare’). De este verbo, de acuerdo con las mismas fuentes, viene ‘mezclar’ (“juntar, unir, incorporar algo con otra cosa, confundiéndolos”). Según esto, y aunque J. Corominas no lo menciona, primero se decía ‘mesclar’. Nuestro léxico tomó la palabra ‘mescolanza’ de la misma palabra italiana (derivada de ‘mescolare’), y de ella, ‘mezcolanza’ (“mezcla extraña y confusa, y algunas veces ridícula”). De todas maneras, su verbo es ‘mezclar’, del que dice Corominas lo siguiente: “h. 1140. Del latín vulgar misculare, derivado del latín ‘miscere’”. De este verbo latino proceden remotamente palabras como ‘miscelánea, mestizo, inmiscuir, promiscuo’ y hasta ‘mistela’, tomada del italiano ‘mistella’.
***
“¿Cómo se debe usar el verbo iniciar? ¿Es correcto decir la confrontación inició a las nueve de la mañana?” es la pregunta que hace el señor Orlando López en la Revista Corrientes (7/1/2024). No, no es correcto (como tampoco en la siguiente: “...tradicional es que el evento inicie el primer sábado del año...” -LA PATRIA, Bernardo Mejía Prieto, 22/1/2024), porque en esas oraciones el verbo ‘iniciar’ debe usarse con su naturaleza de pronominal, así: “La confrontación se inició...”, “...el evento se inicie...”. En estas construcciones gramaticales, la acción del verbo ‘iniciar’ procede del sujeto (‘la confrontación’) y vuelve a él, lo que se aprecia más claramente en el siguiente ejemplo: ‘El reo se entregó a regañadientes’, oración en la cual el sujeto (‘el reo’) ejecuta la acción del verbo ‘entregarse’ en él mismo. Cuando ‘iniciar’ se emplea sin el pronombre ‘se’ es transitivo, razón por la cual pide a gritos un complemento directo, verbigracia: ‘El orador inició su intervención con una cita de Virgilio’. En esta oración, el sujeto es ‘el orador’, y el complemento directo, ‘su intervención’. Elemental.
***
Dicen que ‘titular’ (“poner título, nombre o inscripción a algo”) es un arte. Arte en el que sobresalía el lamentablemente desaparecido periodista Orlando Cadavid Correa. Mi corresponsal Razuvi, después de leer el siguiente titular de LA PATRIA: “Revisan estructuras en Manizales tras temblor en el Valle, reportan afectaciones menores” (19/1/2024), comenta: “Si nos atenemos al sentido de la oración, eso quiere decir que el temblor en el Valle causó daños en Manizales. Algo ilógico, ¿cierto?”. Por supuesto, pues, así redactado, el titular da una noticia falsa. Lo leemos apropiadamente los que en Caldas y otros departamentos padecimos el ‘susto’ y los que sufrieron consecuencias adversas. Pero lo leerá como fue publicado quien le eche un vistazo, digamos, dentro de treinta años, y quedará convencido de que un temblor en Cali causó daños en Manizales.
***
El vocablo ‘enseres’, se escribe así, con ‘ese’, y no tiene singular. En su crónica sobre la ocupación de la Veintitrés, el periodista Samuel Niño escribió: “Carros, manteles, tablas, mesas u otros enceres son transportados por comerciantes que se establecen en toda la extensión de la carrera 23...” (LA PATRIA, 22/1/2024). De él dice J. Corominas: “1817. Resulta de sustantivar la locución ‘estar en ser’ o ‘tener en ser’, ‘en existencia, en su ser’, ‘íntegro, no tocado’, que solía emplearse en inventarios para distinguir los objetos que fueron encontrados de hecho al hacer el inventario, de los que hubieran debido estar y no se encontraron (por ventas, consunción, pérdida, etc.): de ahí el llamar ‘enseres’ a los objetos que solían figurar en inventario”. Y de ahí también su acepción actual de “utensilios, muebles, instrumentos necesarios o convenientes en una casa o para el ejercicio de una profesión”. ‘Enceres’, como lo escribió el periodista, es la segunda persona del singular del presente de subjuntivo de ‘encerar’. Por esto no lo enmienda el corrector automático del sistema, del que no podemos confiarnos a pie juntillas.