“Tremulae manus effundentes plena vasa” (‘manos temblorosas que dejan escapar las copas llenas’), escribió Plinio. El adjetivo latino ‘tremulus-a-um’ (del verbo ‘tremere’-temblar, estar agitado’) significa ‘tembloroso, agitado’. De él viene nuestro adjetivo ‘trémulo-a’, al que El Diccionario le asigna dos acepciones: “Que tiembla. // 2. Dicho de una cosa: Que tiene un movimiento o agitación semejante al temblor, como el de una vela”. Y los poetas hablan de las ‘manos trémulas’ de los amanuenses viejos. Uno de sus sinónimos es ‘tremente’, usado por Cervantes en uno de los capítulos de las Bodas de Camacho en su obra cumbre: “...mudada la color, puestos los ojos en Quiteria, con voz tremente y ronca, estas razones dijo...” (II, XXI). Sobra explicar lo apropiado de su empleo en ese contexto. Lo que no se puede afirmar del de ‘trémulos’ en la siguiente oración: “...siguen pensando (ciertos espectadores) que los medios no son salas de redacción de buena fe, sino sótanos trémulos desde donde se mueven los hilos” (El Tiempo, 19/5/2023). Sabrá Vargas en qué estaba pensando su autor, Ricardo Silva Romero (que todavía cree en este ‘desgobierno’), cuando lo tecleó, pues ahí está completamente fuera de lugar. ¿Quiso escribir ‘tétrico, tenebroso, sórdido’? Nunca lo sabré, aunque su estilo es a veces enigmático. 
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Muy de tarde en tarde encuentro en los columnistas ejemplos de ‘dequeísmo’: son más frecuentes los del ‘queísmo’ (‘miedo al dequeísmo’), por ejemplo, “Nuestro personaje no necesitó más para cambiar y darse cuenta que lo suyo era serio” (LA PATRIA, Oasis, 24/5/2023), frase en la que hace falta la preposición: “...darse cuenta de que lo  suyo...” (‘darse cuenta de esto’). Y hallé en un editorial de LA PATRIA una muestra de ‘dequeísmo’ en la siguiente oración: “A finales de marzo pasado advertíamos en este mismo espacio de que la Alcaldía y Aguas de Manizales...” (LA PATRIA, editorial, 16/5/2023). Como el verbo ‘advertir’ es ‘enunciativo’, sobra la preposición ‘de’: “...advertíamos que...” (‘advertíamos esto’). Los verbos ‘enunciativos’ son los que sirven para ‘afirmar, decir, jurar, proponer, anunciar, manifestar, declarar, exponer’, etc. Todos ellos excluyen la preposición en esa construcción gramatical. 
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Del verbo latino ‘revisitare’ (‘volver a visitar’), el castellano ‘revistar’ significa únicamente ‘pasar una autoridad revista a las tropas o inspeccionarlas’ y ‘ejercer un jefe las funciones de inspección’. No obstante esto, el editorialista de El Tiempo, en su artículo sobre el ministerio de Cultura, escribió: “Baste revistar la lista de las ministras y los ministros que han pasado por allí” (20/5/2023). Los verbos apropiados para expresar la idea del redactor pueden ser ‘revisar, repasar, examinar’, etc. Y no menciono el fastidioso ‘lenguaje incluyente’. ¿Para qué? 
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‘Entre’, además de inflexión verbal, es preposición. No hace las veces de adverbio*, por lo que no puede emplearse en lugar de ‘mientras’, como en el siguiente ejemplo: “Y no sorprende, pues entre más se complica la seguridad menos turistas llegan” (LA PATRIA, Paloma Valencia, 21/5/2023). Castizamente, “mientras más” o “cuanto más”. Es mucho lo que hay que decir sobre esto, pero ya lo he tratado en otras oportunidades. *Aunque en muchas partes donde se habla castellano es común ese solecismo, hay que evitarlo en el lenguaje culto. 
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Cada vez encuentro más ejemplos del uso errado de la expresión verbal ‘tratarse de’. Parece que se está volviendo ‘tendencia’, especialmente entre escritores que, se supone, deben tener alguna educación en estas disciplinas. Dos botones: “La institución del Día de la Madre no solo se trata de felicitar a quien nos trajo al mundo” (El Tiempo, Melba Escobar, 22/5/2023). “De esto, de todo esto, se trata, de verdad, la economía popular” (Ibídem, José Manuel Acevedo, 23/5/2023). Olvidaron estos columnistas que ‘tratarse de’ es impersonal, por lo cual no tiene sujeto. 
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Sentencia que acompaña el crucigrama diario de LA PATRIA: “Las pequeñas impaciencias, arruinan los grandes planes” (25/5/2023). Sobra la coma, porque el sujeto no debe ir separado de su verbo. Son tantas las comas que emplea su autor inútilmente, que algún día tendrán que agotársele.