El verbo ‘apostar’ (del latín ‘apponere’ –‘poner, colocar junto a’– a través de su supino ‘appositum’) significa ‘jugar, envidar, arriesgar; convenir; competir, rivalizar; situar, establecer’ (primera acepción). Está cada día más extendido el empleo con él de la preposición ‘por’, como en la siguiente muestra: “Chile apuesta por turismo” (El Tiempo, Viajar, Breves de viajar, 29/9/2022). Este verbo rige la preposición ‘a’*, de manera que el titular de El Tiempo, redactado castizamente, es éste: “Chile apuesta al turismo”: es frecuente en esta construcción añadir el pronombre personal ‘le’, así: ‘le apuesta al rojo’, en singular; ‘les apuesta siempre a los perdedores’, en plural. De este verbo dice don Manuel Seco: “Existen dos verbos homónimos ‘apostar’: el primero significa ‘hacer una apuesta’; el segundo, ‘poner a alguien en un paraje’ (Apostó dos vigilantes en la entrada’). Conjugación: el primero es irregular (conjugación como acordar); el segundo es regular” (Diccionario de dudas). *Nota: el Diccionario panhispánico de dudas anota lo siguiente: “Si se trata de una contienda deportiva o juego en el que existen varias opciones, aquella por la que se apuesta se expresa mediante un complemento precedido de ‘a’ o ‘por’”. Por esto se dice que toda regla tiene excepción, pero si utilizamos siempre la preposición ‘a’, no nos equivocaremos.
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El ‘difumino’ (o ‘esfumino’) es un “rollito de papel estoposo o de piel suave, terminado en punta, que sirve para esfumar” (‘difuminar’). Este verbo quiere decir “desvanecer o esfumar las líneas o colores con el difumino”, técnica muy usada cuando se dibuja con carboncillo. Significa también “hacer perder claridad o intensidad”. Hacer desaparecer el matiz del color original. Y no tiene más significaciones, razón por la cual está mal empleado en la siguiente oración del buen columnista Juan Álvaro Montoya: “Esta cadena montañosa se convertiría en una infranqueable fortaleza natural de su territorio en la estrategia bélica que se difuminó por toda Europa” (LA PATRIA, 29/9/2022). El verbo que sí expresa la idea del redactor es ‘extenderse’ o ‘propagarse’, inclusive, ‘desparramarse’. Es la ‘precisión conceptual’, tema de la ya lastimosamente desaparecida columna dominical del profesor Luis Enrique García.
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‘Precisión conceptual’ ausente también en dos términos de esta oración del columnista Sebastián Vera: “En Manizales se han enarbolado discursos en torno al liderazgo…”. “…y que los jóvenes no puedan desempeñar un liderazgo inocuo, real y honesto desde el ámbito político…” (LA PATRIA, 30/9/2022). El primero, ‘enarbolar’ (‘enhestar, arbolar, levantar, blandir; encabritarse; enfadarse, enfurecerse’): los discursos se ‘pronuncian’ o se ‘exponen’, no se ‘enarbolan’. El segundo, ‘inocuo’ (‘inofensivo, insubstancial, anodino, soso’; ni bueno ni malo, ni fu ni fa, ni chicha ni limoná), de acuerdo con el contexto y con los adjetivo que le agrega (‘real y honesto’), no califica justamente la clase de liderazgo del que habla. Para el redactor, los diccionarios son un auxiliar indispensable, que hay que tener siempre a la mano.
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No obstante su conveniencia para quien escribe en computador, el corrector automático no es confiable en un ciento por ciento, ya que él no raciocina, y, por ende, no analiza: no tiene cómo saber si quien teclea está escribiendo una frase lapidaria o una barbaridad ‘así de grande’. En mi columna anterior (27/9/2022), por ejemplo, escribí ‘minidiálogo’ y el mencionado corrector lo enmendó y sugirió ‘mini diálogo’, equivocadamente, por supuesto, pues los ‘prefijos’, como su nombre lo indica, van pegados a las palabras a las que se les anteponen. Sin excepción. Ésta, seguramente, es la razón por la cual encuentro en mis lecturas tantas palabras separadas de sus prefijos por un espacio o por un guion. Y he llegado a la conclusión también de que si la palabra no está en el diccionario, el citado auxiliar la desconoce. Por lo tanto, los que escribimos debemos desconfiar de las correcciones que nos hace, y, en caso de ignorancia, consultar. Esto, ¡claro!, si queremos presentarles a nuestros lectores un producto bueno.