El verbo ‘trasegar’, aparentemente, tiene un atractivo irresistible para muchos redactores, que se valen de él para expresar incluso lo que no significa. Puedo asegurar que los que lo han empleado hasta hoy lo han hecho siempre con la significación de ‘recorrer’, que no tiene, como en los siguientes ejemplos: “No se puede trasegar por el mundo expresando esta palabra ‘perdón’, sin conocer lo que significa…” (LA PATRIA, Fanny Bernal Orozco, 19/12/2022). “El trasegar de la espada de Bolívar, en una novela”, titular de una nota escrita por Juan Camilo Rincón sobre la obra La espada de Bolívar, de Josean Ramos (El Tiempo, 21/12/2022). El escrito trata del ‘recorrido’ de la espada desde su robo en 1974 por el M-19 hasta su devolución. ‘Trasegar’ –lo he anotado ya muchas veces–, significa ‘revolver cosas’, por ejemplo, los papeles en un escritorio, y ‘trasladar cosas de un lugar a otro, especialmente los líquidos, de su recipiente al estómago’. Es un verbo irregular, que se conjuga como ‘acertar’. Sinónimos suyos son ‘trasbordar; trastornar, revolver, confundir’.
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Como no oigo radio, Don Cecilio, que sí lo hace, me comunicó las siguientes palabras, dichas por el gobernador del Meta, Juan Guillermo Zuluaga Cardona: “Estos grupos delincuenciales como que doblegan sus esfuerzos…” (La W. Radio, 22/12/2022, noticiero 6 a. m.). Es evidente en ellas la confusión de los verbos ‘doblegar’ y ‘doblar’, éste, el apropiado en ese contexto. En efecto, ‘doblegar’, aunque procede del latín ‘duplicare’, que significa ‘doblar’, tiene apenas las siguientes acepciones: “Hacer a alguien que desista de un propósito y se preste a otro”. // 2. Doblar o torcer encorvando”. Y ‘doblar’, del adjetivo latino ‘duplus-a-um’ – ‘doble, duplo, doblado’), quiere decir, entre muchas otras cosas, “aumentar algo, haciéndolo otro tanto o más de lo que era”, sentido que tiene en las palabras del gobernante.
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Luego de un largo período de desinterés regresé al pabellón de los infectados de subjuntivitis y encontré allí al columnista de El Tiempo Eduardo Posada Carbó, que dio positivo en las siguientes muestras: “Las palabras de Camus en el banquete donde se rindiera culto a Eduardo Santos en 1955…” y “…el homenaje que le rindiera el Cercle des Amitiés Mediterranénnes en 1958…” (23/12/2022). Tanto el ‘banquete’ como el ‘homenaje’ fueron dos actos, no dudosos ni apenas posibles ni deseados, sino llevados a cabo –hechos realidad– en las fechas mencionadas, por lo que tienen que expresarse en el modo indicativo (pretérito simple), no subjuntivo, como lo hizo el columnista, así: “…en el banquete donde se rindió…” y “…el homenaje que le rindió…”. –El modo subjuntivo puede ‘sonar bonito’, pero es incorrecto en esas muestras–, concluyó el especialista.
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Al columnista Camilo Vallejo se le desafinó parte de la orquesta en la siguiente composición: “Su máxima consagración, al final de su carrera, puede ser un dictamen para nosotros y nosotras, ya desde temprano” (LA PATRIA, 26/12/2022). Habla de Messi, por supuesto. Si lo que pretendió fue aferrarse al estomagante lenguaje incluyente, ha debido escribir ‘para nosotros y para ellas’, porque, evidentemente, una persona del género masculino no puede referirse a las del género femenino diciendo ‘nosotras’. Es ésta una de las trampas en que caen los cultivadores de ese despreciable lenguaje, que nada bueno le aporta al idioma. Para evitarlas, la gramática castellana tiene lo que llama ‘género no marcado’, a saber, la forma gramatical masculina, que incluye los sustantivos del género gramatical femenino, verbigracia, ‘todos somos iguales ante la ley’: no es necesario decir ‘todos y todas’, al estilo de Guspéu. Más adelante escribió: “…nuestros padres y madres”. ¡Qué pendejada, Camilo! No obstante todo esto, también redactó de la siguiente manera: “Digamos que Casciari exagera como algunos argentinos” y “parecemos todavía presos”. ¿Por qué no escribió ‘algunos argentinos y algunas argentinas’ y ‘presos y presas’? Porque, como enseña Jacinto Cruz de Elejalde, el lenguaje incluyente, además de ‘farragoso, nocivo e inútil’, es ‘traicionero’.