Los animales carnívoros se alimentan de carne; los herbívoros, de hierbas, y los insectívoros, de insectos. Los tres adjetivos se componen, cada uno, de su elemento peculiar, y todos, del común, a saber, ‘voro’ (del verbo latino ‘vorare’ (‘devorar, comer con ansia, tragar, engullir’). El periodista Luis F. Molina inventó otro, según esta declaración: “Ir a las planas de los diarios es encontrar que todo se mantiene indiferente, como si se tratara de un círculo vicioso o de un uróboro, aquella serpiente que se muerde su cola” (LA PATRIA, 7/11/2022). Pero es una invención desafortunada, porque, aunque hubiese escrito el término correctamente, ‘uróvoro’, está mal construido, pues sus dos elementos pertenecen a dos idiomas distintos –‘uro’, del griego ‘oura’ (‘cola, retaguardia’) –, y ‘voro’, del latín. Sería mejor ‘urófago’ (como ‘ictiófago’ –‘que se alimenta de peces’–), pero esas serpientes no se alimentan de su cola, sino que, como él lo explica, apenas se la muerden. Los neologismos deben ser bien formados y necesarios o que enriquezcan el idioma. 
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 Esto dijo, no el armadillo, sino el ministro de Educación, Alejandro Gaviria: “Hambre cero… Incluso externarla más allá de la etapa escolar” (LA PATRIA, He dicho, 8/11/2022). ¿Quiso decir ‘extenderla’? Porque el verbo ‘externar’, asentado por primera vez en la vigésima segunda edición de El Diccionario (2001) como regionalismo de El Salvador, Honduras y México, significa únicamente “manifestar una opinión”. Ignoro si el ministro la escribió así, o dijo ‘extenderla’, y alguno la entendió mal y la transcribió de esa manera. Porque todo es posible. 
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 Hay vocablos y giros que, como lo observa atinadamente el periodista William Giraldo Ceballos, director del portal www.revistacorrientes.com, aunque no sean los más apropiados para expresar lo pretendido y haya para ello muchos más y mejores, llegan para quedarse, reduciendo con su abuso el léxico de periodistas y escritores. Uno de esos, ‘disruptivo’ (en El Diccionario, apenas desde 1984). No obstante ser una palabra de raíz latina (de ‘disrumpere’ –‘romper en pedazos, destrozar’–), viene directamente del inglés ‘disruptive’, y significa en Física “que produce ruptura brusca”. El columnista de El Tiempo Manuel Guzmán Hennessey echó mano de este adjetivo en la siguiente oración: “Para que esta cumbre no sea un fracaso, debe pasar algo disruptivo” (11/11/2022). ¿Está en ella bien usado? No estoy muy seguro, pues algunos de sus sinónimos son ‘alterable, inadecuado, inoportuno’. También, ‘de quiebre’ en la expresión ‘punto de quiebre’, que equivale a ‘punto de ruptura’. Apropiado o no, me parece mejor ‘extraordinario o excepcional’: “…debe pasar algo excepcional”. En todo caso, los escritores deben escoger la palabra que mejor exprese lo que quieren manifestar. Y variar, que hay mucho de donde seleccionar. Otro adjetivo, novedad consagrada ya por los comentaristas deportivos, es ‘revulsivo’. ¿Estarán ellos enterados de su significación? Desconozco la respuesta, porque, según los diccionarios, además de calificar con él vomitivos y purgantes, como el repulsivo ‘aceite de castor’ –octogenarios, ¿lo recuerdan?–, se le puede atribuir también a algo malo o desastroso que produce un efecto favorable, que en el fútbol podrían ser una tarjeta roja, una goleada o una acción violenta de las barras bravas. No sé. 
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De Cervantes: “¡Dichosa edad y siglos dichosos aquellos a quien los antiguos pusieron por nombre dorados…!” (El Quijote, I-II). En la época de los clásicos del castellano –lo he anotado antes–, el pronombre relativo ‘quien’ era invariable en número y reemplazaba indistintamente personas y cosas, como en las palabras de Cervantes. Actualmente, es variable en número (‘quien, quienes’) y se refiere exclusivamente a personas o cosas personificadas. G. Petro, en su intervención ante los representantes de los gobiernos del mundo (COP27), con su abaritonada entonación pronunció: “Es el mercado y la acumulación de capital quien la produjo y no serán jamás su remedio” (LA PATRIA, 8/11/2022). Tomado del segundo de su decálogo, sobre la ‘crisis climática’. Tres errores gramaticales en un solo renglón. Don Marco Fidel Suárez habría redactado así: “Fueron el mercado y la acumulación de capital los que la produjeron, y no serán jamás su remedio”. Castizamente, sin duda.