El 12 de septiembre se celebró el Día Mundial del Mindfulness. Aún es bastante frecuente que la gente pregunte, ¿qué es eso? Pues bien el mindfulness no es más que tener consciencia plena de lo hacemos en la cotidianidad, porque desafortunadamente vamos por la vida con el automático prendido: manejamos y como autómatas llegamos al destino, sin observar lo que hay alrededor. Consumimos los alimentos mientras contestamos el WhatsApp, sin saborearlos. Tomamos la ducha con mil globos en la cabeza, sin oler el shampoo. No sabemos si nos despedimos o no, si llevamos con nosotros los objetos personales. Preguntamos por nuestro móvil y estamos hablando por él. Si se siente identificado con alguna de estas situaciones, usted también va por el mundo en modo automático.
El mindfulness propende por vivir con consciencia plena cada momento. El aquí y el ahora. Esta práctica milenaria de origen budista, se remonta al año 600 A.C. (Antes de Cristo) en la India. Se conoce en sánscrito como sati, que significa “atención plena” o “conciencia despierta”, y es uno de los principales factores en la senda de la iluminación y de la liberación.
En el budismo, el mindfulness se practica a través de la meditación. Esta consiste en prestar atención al momento presente, sin juzgar, aceptando las cosas tal como son, reaccionando de manera más compasiva y empática.
Esta práctica empieza a ser conocida en occidente a finales del siglo XX. El pionero es el médico Jon Kabat-Zinn, profesor emérito de Universidad de Massachusetts, quien en 1979 desarrolló el programa de reducción del estrés basado en la atención plena, llamado MBSR (Mindfulness-Based Stress Reduction). En la universidad fundó la Clínica de Reducción del Estrés (Stress Reduction Clinic) y el Centro para el Mindfulness en Medicina, Salud y Sociedad (Center for Mindfulness in Medicine, Health Care, and Society) en 1995. Ambos, mundialmente reconocidos.
El MBSR se ha utilizado para tratar problemas de salud física y mental, como el estrés, la ansiedad y la depresión. Es un programa de ocho semanas que enseña las técnicas de la meditación mindfulness, aunque se puede practicar de muchas maneras, incluyendo el yoga y la atención plena en la vida cotidiana.
La ciencia ha comprobado que esta práctica: Reduce el estrés, el dolor, la ansiedad y la depresión. Mejora la concentración, la calidad del sueño y la salud cardiovascular. Fortalece el sistema inmune. Aumenta la empatía, la compasión y la resiliencia.
Soy una convencida de que en la vida las cosas llegan en el momento adecuado, y este año (cuando más lo necesitaba) pude cursar en Manizales el MBSR. Empezar a recorrer este camino ha sido un regalo del cielo, he aprendido pequeñas cosas que están cambiando mi cotidianidad: La técnica PRO (Paro, respiro y observo). Un no que le des a otro, es un sí que te das a tí. Un minuto para llegar (Respiro y recargo mi energía antes de llegar a casa). RAMAS (Reconozco mis emociones, acepto lo que siento, miro a mi interior, acojo mis emociones, sabiduría para entender que nada es para siempre).
Me falta mucho o casi todo, pero tengo toda la disposición y conciencia para avanzar, y como dice mi maestra: “El bienestar se entrena”. Porque sin duda esto es un asunto de bienestar, me reconforta encontrar en estos espacios tantos profesionales de la salud, y tantas personas dispuestas a recorrer este camino, hay una preocupación generalizada por el autocuidado. Eso me da esperanza de un mundo mejor y más consciente. ¡Gracias Lore por tanto!