Inolvidables serán los recientes y tormentosos años, cuando el Once Caldas se batía peleando el descenso. Épocas crueles, insidiosas, plagadas de escándalos, sin justificar los desastres.
De relaciones distantes, sarcásticas, a puertas cerradas, con secretismo y autoritarismo.
Dolor del público, que impotente enfrentaba el caos, por los equivocados fichajes, el derroche en indemnizaciones y la exasperante carencia de ambiciones en la competencia.
Con inevitables oleadas de nostalgia por los títulos pasados, incluida la Libertadores.
Cuando menos se esperaba la situación cambió. Llegaron los impulsos en la tabla y el rendimiento consistente.
Los 66 puntos acumulados en el año, son la mejor retribución al furor de los aficionados, que con generosidad extrema han aprobado el proyecto.
De repente "el golpe de estado" o "de estadio". Fulminante fue la salida del presidente, con el regreso de Jaime Pineda, quien se hizo visible.
Válido es decir que la presencia del expresidente de Dimayor Jorge Enrique Vélez, al comando de la Junta Directiva, no lo hace dueño de las decisiones.
Parece el más interesado en la venta de la ficha, por los beneficios que le representa. Tanto él como Daniel Jaramillo, el presidente del club, están sujetos, como siempre ocurrió, a las decisiones del mayor accionista.
El Club sigue en venta, pero Pineda se ha planteado una espera hasta el 28 de octubre. Si en esa fecha no ha sido negociado, asumirá en firme la conducción administrativa con la asesoría de un gerente deportivo competente, que actualmente se rastrea.
Pineda ya ha tenido diálogos con Hernán Darío Herrera para los retoques necesarios en el Club, con miras a la Copa Suramericana, sin perder de vista una posibilidad en la Libertadores.
A diferencia del torneo anterior, cuando se clasificó en el último suspiro, en la actualidad el ambiente es sosegado, sin tener en cuenta la siempre influyente perversidad arbitral.
Con 29 puntos, para muchos el "número mágico", no se vislumbran complicaciones para acceder a la final.
Aunque inoportuno será perder contacto con la cúspide de la tabla, un punto más, dará tranquilidad plena.
Dada la compaña, el objetivo único no es acceder a las finales, sino mantener el protagonismo. Fútbol hay, se ha demostrado.
La relación de Pineda y Castrillón que tomó otro camino, es cosa del pasado. Sin vacíos de poder, sin imputaciones en el terreno judicial, hasta ahora.
Sin sucumbir a la tentación de ventilar las razones en público, sin crear caos en el Club, sin posibilidad de marcha atrás, sin dejar a los aficionados indefensos.