A pesar del mundial, al que le doy prioridad, no le pierdo la mirada al Once Caldas con su silencio, el mejor maquillaje al fracaso.
Dicen que “sale humo”, cuando deliberan el presidente, el técnico y el gerente deportivo, sin ideas y sin camino. Cómo los malos equipos, que atacan y atacan y no hacen un gol, juegan y juegan y no ganan.
Pretemporada sin balón, con trabajo militar: Fútbol a la antigua, como para cobrar el sueldo o demostrar el mando.
Su vida deportiva marcha lenta, parece una balada vieja. Futbolistas que se marchan, otros que esperan ratificación o despido.
Algunos, burgueses son
El presente, como el pasado y el futuro, les importa poco. No tienen autocrítica. Ahí está la zona de confort. No falta aquel que después de la eliminación, pide aumento de sueldo.
La afición, el hilo conductor apasionado con los jugadores, no se respeta. Importa poco. Las decisiones, por lo ocultas, son provocaciones.
Por lo menos en estos días, el entrenador no habla en público: “no fracasé porque no robé”, fue su última perla de colección.
Tan elocuente como aquella del expresidente Duque: “Así lo vi, así lo conocí y así lo querí".
Nada entiendo y tengo miedo.
Perturba mi vida pensar en la B. Siempre el club está en la cuerda floja. Jugando con candela porque sus dirigentes no les dan la verdadera dimensión a las caídas, al contrario, las relativizan. ¿pensaran, por casualidad, en el riesgo que se corre? ¿les avergüenza o los motiva?
Mundial de futbol, sin futbol. Como un sancocho de pescado sin pescado. Sin futbolistas rompe cinturas, con alegría en su cuerpo. Con piernas fuertes de grandes y musculosos atletas, persiguiendo los tobillos.
Aquí estoy, con mi futbol de sofá, pegado a la TV, pendiente de todos los detalles de un mundial que no levanta vuelo, que posterga el brillo de sus figuras, que calienta el ambiente con las decisiones arbitrales, con un futbol discreto, resultadista, y que sorprende día a día, por la irreverencia de algunos países chicos. Cuidado con descartar a los favoritos.