Fiel a las referencias, desde que llegó Billy Arce el ecuatoriano al Once Caldas convenció con sus toques sutiles a la pelota, su visión de juego, su precisión de pase y el encuentro de los espacios para filtrar el balón, en las acciones previas al gol o en el gol mismo. Su estilo en el futbol nuestro se ve poco.
Discontinuo y poco luchador le han dicho los descalificadores de oficio, como si los talentos no fueran esporádicos, pero siempre influyentes.
Qué bien define, de cara a la red.
El Once no descargó las expectativas de su funcionamiento única y exclusivamente en el potencial de Dayro como goleador, sin desconocer la influencia inspiradora de sus conquistas y el empuje para los resultados.
Dayro tuvo y tiene, en Arce, su socio ideal, al igual que en Gustavo Torres. Arce también tiene el suyo, en Mateo García. Una especie de kamikaze que se juega todo en cada duelo, recuperador, distribuidor y creativo.
García cuenta con aliados destructivos en Rojas y Palacios, defensa rescatado, cuando a punto estaba de ser descalificado. Como cuesta, un desconocido que acercó el presidente Castrillón en medio del escepticismo.
Aguirre el socio de todos, por su seguridad. Al llegar Mastrolía era el preferido, por el entrenador de porteros, pero las evidencias de sus condiciones modificaron el concepto para que se convirtiera en figura.
El respaldo de los restantes es significativo, sin el destacado papel de los anteriores. Justo es decir que en sus últimas actuaciones Murillo ha mostrado notable desempeño y que Alejo García, a pesar de las lesiones, ha sido un buen complemento. Mucho se espera de él, porque condiciones tiene.
Lo anterior para justificar la campaña que tantas satisfacciones están brindando a la afición que juega su partido con feroz apoyo, sin controlar emociones, con el estadio a tope. Que fundamental ha sido su aporte.
Como la labor de Hernán Darío Herrera, el entrenador y su cuerpo técnico. Identificó debilidades y fortalezas, asoció el juego y planteó su credo, sin misterios ni rebusques, el que hasta ahora el grupo a su mando ha asimilado.
Aporte también fundamental el del doctor Vinasco. Poco duran los lesionados en su enfermería a pesar del vértigo de la competencia. No en vano afirmó alguna vez Juan Carlos Osorio, que el mejor asistente de un entrenador es el médico.
Vestuario limpio, buenos resultados, nivel de juego en crecimiento, motivación adecuada, premios halagadores, conducción acertada en el campo y en los escritorios, público delirante con su incondicional apoyo y la sorpresa de ver el club en lo alto de la tabla.
Me lleva lo anterior a reconocer la labor que en ese aspecto ha cumplido el presidente Tulio Mario Castrillón. Dureza en la crítica y calidez en el elogio.
Lo importante ahora es la sostenibilidad del proyecto, planificando mejoras en la nómina para la próxima campaña, con mayor solidez a las ambiciones. Compitiendo en lo que resta desde torneo con la intensidad de ahora.
P.D.: Bien le harían al Once Caldas tres refuerzos para el próximo futuro como premio a la fidelidad de los seguidores y que peligrosa es la plaga arbitral. La mano negra que juega a las sombras.