"O me pagan, o me quedo". El entrenador al que el fracaso le sabe a gloria*. El que nunca salió de su fútbol triste, tedioso, confuso, con gambetas añoradas por el público que solo estaban en su lengua.
Con directivos acorralados por la imposibilidad del despido, que saltan de la utopía de una clasificación a la pesadilla de confrontar y desafiar a la afición, con sus peligrosos riesgos, al mantenerlo.
A pesar de su incompatibilidad con los buenos resultados, como recurso de supervivencia Corredor no admite su descalabro y, con frases vacías, asegura que su gestión fue un éxito. Intentó justificarla en reunión virtual con sus patrones, pero fracasó en su intento.
El fútbol al revés
La idea de indemnizarlo y despedirlo, da vueltas por la cabeza de los directivos, divididos, quienes sopesan aun las conveniencias e inconveniencias de hacerlo, por la extensión de su contrato hasta 2024.
Problema serio porque es apremiante la necesidad de reforzar la nómina y varios futbolistas se marchan, unos por conclusión de su vínculo con el club, otros a la espera del pago total de sus contratos, a pesar de su discreto rendimiento, y, otros, porque prefieren otros rumbos, como Ararat y Nicolás Rodríguez, esperanzas de la cantera a quienes los caprichos de la dirección técnica, les permitió marcharse...Cantera seca, vacía, porque Corredor no la miro como recurso.
Tulio Castrillón no parece hoy la única opinión como presidente. Pierde, uno a uno, sus escuderos y su estabilidad de mando se ve vulnerada desde su junta directiva, donde algunos, uno en particular, quieren su cargo.
El presidente, a quien siempre le han faltado tacto y conocimiento en la confección del equipo, no se ve responsable en el caso de Corredor, porque acciona bajo presión de su junta, que poco lo escucha. Él, Castrillón, quiere despedirlo.
Torijano, el mejor de la campaña, está atento a ofertas, pero no quiere marcharse. Caso contrario al de Ayron Del Valle, quien afirma que lo quiere Millonarios, lo que "Los embajadores" niegan porque van a la puja por Leo Castro del Pereira.
Su caso es típico porque no hay proporción entre el sueldo devengado y los goles conseguidos, como Gallardo y Barbaro, en la misma situación, por la irrelevancia de los partidos jugados y sus jugosos sueldos.
Las ínfulas de Corredor hastiaron a los aficionados. Especialmente por sus comparaciones superfluas, la desconexión con el buen juego, la errática gestión de los inconvenientes con los jugadores, su visión empañada del futbol moderno, su rechazo a la autocrítica, su alejamiento de los hinchas, la descalificación a los aficionados mayores, sus conflictos y los sofismas de sus discursos. Quien no ha celebrado una victoria, como la Copa, difícilmente entenderá qué es una derrota.