Dayro no se esconde, no se borra, ni se pavonea. Da en la cancha lo que tiene. Quedó demostrado Osorio contra Jaguares, como lo hizo siempre frente a clubes grandes y chicos.
Algo de James Rodríguez hay en él. Lo rechazan, lo rechiflan y mejor actúa. En su reencuentro con el gol, mostró parte de las esencias que lo hicieron famoso, con juego y con goles. Sus detractores, en aumento, lo aplaudieron con tanta pasión como sus defensores.
Esta vez, como tantas veces ha ocurrido, fue el mejor del partido.
El Once Caldas volvió a la celebración, después del reciente descalabro, convencido, apabullante en el trámite, sin sustos en su portería. Tuvo más fútbol que el rival, recuperó y optimizó sus fortalezas que, de nuevo, llegaron desde el libreto de su entrenador Herrera.
Estuvo diez veces frente al gol, dentro del área de penal, y registró 22 aproximaciones, cifra poco común en Colombia, demostrando su categoría.
Jugó serio, aplicado, con pocas distracciones, sin mareos que salen de la fama. Sin menospreciar a su rival, sin rifar el balón. Se juntaron la idea y la voluntad para la victoria indiscutida.
Sus figuras tuvieron alta calificación, con Dayro ambicioso, enérgico, siempre peligroso, metido en el partido, con goles y movimientos rápidos, dentro y fuera del área, que desconcertaron a Jaguares.
A su lado Lucas Ríos fue conexión. La pelota giró a su alrededor, para darle poder a la iniciativa que el Once Caldas siempre tuvo.
La apuesta de Herrera con Mateo y Robert Mejía, le abrió temprano el camino de la victoria, porque el equipo siempre se vio ofensivo, para evitar que el camino se complicara.
El retorno de Riquet y de Patiño, poco exigidos, acercó de nuevo la confianza, aunque no tuvo el efecto esperado en Palacios, el defensor, buen jugador pero desfasado e inmaduro. Siempre sobreactuado.
Al margen, dos temas finales.
Celebra Millonarios en estos días, con documental, libro y una concurrida exposición, que fue el mejor club de la historia del fútbol mundial del año 1949 a 1953, por sus títulos y la categoría de las estrellas en su nómina. Entre ellas Pedernera, Cozzi, Rossi, Báez y Di Stefano.
Bueno y oportuno es resaltar que a este cotizado equipo, el Deportes Caldas, de la mano del entrenador argentino Alfredo Cuezzo, lo dominó y le ganó el título en el 50. ¿El mejor entre los mejores?
P.D.: En la celebración de los ochenta cañonazos (80 años) de Álvaro González, "No hubo cama pa´tanta gente" que lo estima y lo valora como el más sobresaliente dirigente del fútbol colombiano.
Estuvieron los suyos, sus amigos cercanos, en el calor de su hogar, rodeado de su acogedora familia. Jesurún, Jaramillo, Mejía, la cúpula del fútbol profesional, y los presidentes de las ligas.
Poco fútbol, mucha fiesta, sin consumos desbordados, horario estricto y ningún borracho "deschavetado".