Dos reflexiones, para empezar. Nada aún para presumir, a pesar de la alegría general por la cadena de triunfos y la sinergia con el público. Falta mucho.
Y como parte fundamental del fútbol preferido por los manizaleños es la habilidad con la pelota, aplausos para Lucas Ríos. Muy rápido el estadio lo graduó con grandilocuentes adjetivos.
Ante el campeón, el pueblo tenso, porque en el arranque y en el primer tiempo no hubo fútbol. Con ingenuidad en los errores, no se percibió una opción clara de gol y los desaciertos en el pase pudieron terminar en catástrofe.
El cuerpo en la cancha y la mente en otros lados, mientras el ídolo, como siempre, discutía. Cada vez más quejoso.
Los fallos conceptuales eran comunes, como aquel de Cuesta, con pase lateral en la salida, con máximo riesgo, que anunció un incendio, para la doble opción de Bucaramanga con Ponce y Sambueza. El balón ardía, pero la opción no era rendirse.
Al rescate Herrera desde la raya, reacomodó fichas, ajustó líneas y aguzó la atención.
Iván Rojas fue al sacrificio. No jugaba mal. Alejo perdió metros en el ataque, para iniciar la maniobra desde atrás; Lucas Ríos lo relevó en el trabajo de guía, conductor, asistente y driblador.
Barrios, el goleador, el chico travieso, un rayo por la banda, jugando a perfil contrario o en su posición natural, para destrozar con su velocidad la perpleja defensa del rival.
Mateo hizo útil su fogosidad, Juan Cuesta jugó como lateral profundo, Sergio Palacios le dio seriedad a su fútbol, aunque con lujos. Llegaron Joel Contreras y Jefry Zapata y todo se tranquilizó.
Palacios, a propósito, por un mal posicionamiento contribuyó al gol en contra. Estaba metido en el pórtico. En la misma jugada, Aguirre el portero, perdió posición. Pudo hacer más para evitar el contraste.
Es potente y explosivo, pero lo traicionaron sus manos y su tardía reacción. El globo que terminó en gol se pudo evitar.
El gol a favor, lo tuvieron en el complemento Cuesta (tres veces) Luis Palacios hasta desesperar la tribuna que aprobó su salida, Lucas, Alejo, Barrios, Contreras, Mateo García y hasta Dayro cada vez más nervioso. Qué desperdicio.
Bucaramanga planteó líneas densas, agresivas en la marca, cubriendo el ancho de la cancha, pero fue inefectivo en el ataque. Su defensa hizo un nudo cuando fue atacada. A Quintana, se le vieron las manos jabonosas.
Las dudas el Once Caldas las disipó con ganas y fútbol. Cuando reencontró sus formas en la segunda mitad, evitó los disgustos, canceló los airados reclamos y las desatenciones, les dio precisión a los pases y combinó en progreso.
Lucas Ríos
Decisivo, calidoso. Encontró la circulación de la pelota con toques. Elevó con su presencia el rendimiento de sus compañeros. Generó fútbol ofensivo. Fue asistente de lujo en el gol, aportó las soluciones en un equipo sin brújula, que luchaba y no jugaba.