"Y ahora, ¿quién podrá defendernos...?"
Al Once Caldas, dominado por los nervios, con el escepticismo de los hinchas, se le agotan las justificaciones en medio de empates y derrotas, para mantener las expectativas de clasificación.
Cada partido es una dosis de lo mismo: extremo sufrimiento para la afición.
No genera juego productivo, su posesión esporádica es estéril y el volumen ofensivo es un espejismo, porque sus atacantes no son expertos en la definición.
Se excluye a Del Valle, pero la dicha de sus goles desapareció porque se tornó impreciso, inseguro y atropellado.
Ante Jaguares, el Once abusó del pase largo, frontal, que pone a pelear el balón a los delanteros en desventaja. En el complemento la fórmula fue el servicio aéreo cruzado, en tres cuartos de cancha, sin precisión.
A Alejandro García, cuando se mostraba, cuando aportaba claridad en su evidente progreso, lo alejaron del balón. Se lo acercaron a Eduard López, quien nada positivo agregó.
El Once Caldas, que termina angustiado todos los partidos, con malas formas en la elaboración, no identifica la idea del entrenador.
La que el público no logra descifrar.
Los relevos son inoperantes. Ninguno, al entrar, aporta las soluciones esperadas, lo que crispa aún más la tribuna, mientras los futbolistas- florero, recomendados por el entrenador, o impuestos desde la dirigencia, hacen la ola en la tribuna sin jugar.
Para colmo, en cada partido la defensa patina. Esta vez fue Chaux, con manos flojas, quien abrió el camino para la derrota. Por una situación parecida ante Equidad, Ortiz el paraguayo perdió la titular.
Los conflictos se acentúan.
Al rechazo rotundo de la afición a la campaña, la visita inoportuna del presidente al camerino de los árbitros para protestar por un penal bien sancionado, sus amenazas a los periodistas, las provocaciones del entrenador, se suman, sin tono menor, la inconformidad de los jugadores, la agresión a un árbitro en las categorías menores y la deserción de futbolistas jóvenes por falta de oportunidad.
Qué difícil es en el Once Caldas de hoy conciliar rendimiento, puntos, clasificación y armonía. Mal se vive en su interior. No entiende el técnico que de seguir así, defendiendo sus puntos de vista con obstinación, sin escuchar voces externas que le pueden aportar, corre el riesgo de fracasar.