"Tú no jugaste", expresó, a modo de sentencia, un exfutbolista, para liquidar una conversación relacionada con la actuación del Once Caldas que dominó al Medellín, al que justificó, en su inferioridad física y técnica, por su exigente calendario.
Vaya manera de subestimar una actitud y un esfuerzo, el del Blanco-Blanco.
Como si un camerino profesional titulara a los doctores del fútbol que hoy proliferan, o los sudores vertidos en la cancha, todos pagos, fueran el único testimonio del conocimiento.
No se aprende solamente a las patadas con el balón, en un estadio. Vale decir que muchos en canchas de barrio y potreros, fueron mejores que los profesionales.
También se aprende en la actualización de conocimientos, en la adaptación a las nuevas teorías de entrenamiento y metodologías de competencia.
En la comprensión mental de los partidos, el manejo de tensiones y miedos, la presión por los resultados, el temor a los errores y la capacidad para asimilarlos.
El Once también ha tenido, con nómina discreta, un calendario apretado, sin posibilidades de relevos, fecha a fecha, como sus rivales con mejor inversión.
Jugó 5 partidos en 15 días.
Superó a su rival, el DIM, lo despojó de la pelota y gozó de las mejores opciones, con derroche físico impecable. La mejor exhibición, por encima incluso de la goleada al Cali en Manizales y el triunfo en el clásico de visitante ante el Pereira.
No aprovechó, sin embargo, las oportunidades que proliferaron en el área contraria, no supo administrar el resultado cuando le fue favorable y corrió serios riesgos de perder, al negarse a cerrar el partido en las postrimerías, jugando siempre con osadía.
Al toque-toque, liderado por Sherman, mientras le duró la gasolina, le faltaron gambetas, cambios de ritmo y profundidad. Como se vio en el segundo tanto, elaborado y definido con maestría por Cuesta.
10 segundos antes del último gol del visitante, con gestos estridentes, Sarmiento le indicó a Morán que jugará con inteligencia. Que defendiera primero su posición y luego atacara con criterio.
Entendió al revés, se lanzó a la ofensiva, dejó un boquete que puso en evidencia a Correa por su extrema lentitud, la que ratificó en varias jugadas clave del partido que pudieron costar el punto luchado. Comprensible, Morán es un chico sin experiencia.
Como siempre, la cantaleta de Dayro, productivo, pero egoísta, regañón y provocador, señalando a sus compañeros. Pero uno de sus reclamos tuvo especial significación, cuando pidió un penalti, que el VAR convalidó, para la apertura del resultado.
Al llamado de atención de Sarmiento, algo obvio cuando se piensa en el Club y no exclusivamente en un futbolista, Dayro respondió con altura, en reunión privada en la que reafirmó su compromiso con el Once, con los entrenadores y consigo mismo.
Auspiciosos los chicos. Interesante Araujo, Luis Pérez mucho mejor que Montaño, Cuesta es revelación y Alejo García, en proceso de madurez que lo hace figura.
Es hora, en medio de las dificultades y ante la carencia de un equipo sostenible, de reconocerle a Sarmiento y sus asesores, la tarea que han cumplido, salvando la categoría y promoviendo jugadores. Para eso los contrataron. Aunque bueno hubiera sido una mejor colocación en la tabla, con aspiraciones mayores. La nómina existente no los ha respaldado.