Poder ver, escuchar e interpretar distintas maneras de entender el mundo enriquece nuestro saber y nos permite contrastar nuestros paradigmas con los de los demás. Los adultos nos hemos acostumbrado a creer que nuestras verdades son absolutas: posturas religiosas, culturales e ideológicas delimitan esta forma de pensar; muchas veces minimizando el punto de vista de los otros o, más grave aun, implantando un toque de fanatismo que nubla la razón y enardece a las masas cuando el pensamiento es colectivo. De esta manera, llenamos de prejuicios nuestros sentidos para definir cuando algo es bueno o es malo.
La diversidad de pensamiento enaltece las conversaciones con puntos de vista distintos al nuestro, trayendo una perspectiva cargada de elementos sociales, económicos y culturales diversos que permiten construir una visión más amplia de las organizaciones.
Algunas empresas presumen que la diversidad de pensamiento hace parte de su cultura empresarial y lo replican en campañas de comunicación externas, sin embargo, encontramos que aún existen grandes vacíos para alcanzar esta premisa social. En consecuencia, se requiere de la construcción de estrategias lideradas por los directivos de la organización, sin buscar necesariamente réditos mediáticos inmediatos, que tengan una visión a largo plazo hacia la consolidación de una nueva cultura empresarial que gire en torno a la pluralidad de pensamiento.
Este concepto ha sido utilizado por algunos departamentos de recursos humanos para atraer incautos que visualicen un ambiente diverso y equitativo. Pero ¿realmente están desarrollando actividades que acojan la diversidad de pensamiento? La prueba ácida para corroborar si una compañía tiene arraigada esta cultura, se manifiesta cuando un empleado puede expresar sus opiniones en foros internos sin temor a ser reprendido. «La cultura se come a la estrategia en el desayuno», manifestaba Peter Drucker.
Para incentivar la pluralidad de pensamiento y motivar la innovación propongo algunas ideas:
1. Contratación de personas con experiencias y habilidades distintas: personas que tengan experiencia en distintos sectores, tengan una educación diferente o una cultura empresarial distinta a la nuestra enriquecen los equipos de trabajo dándoles una perspectiva distinta.
2. Participación activa de los empleados: los líderes deben habilitar espacios seguros para escuchar a sus empleados, es allí donde nacen grandes ideas de mejora en procesos, comunicaciones y nuevos productos. Existen varias metodologías, tales como la transformación exponencial, donde las ideas se convierten en acciones y resultados.
3. Capacitar a los líderes de la organización: el liderazgo es una habilidad que se aprende y se desarrolla, como el deporte; la lectura, los foros, entre otros, serán las bases para que las personas del equipo generen espacios de construcción conjunta. Son pocas las empresas que están invirtiendo en convertir a sus jefes en líderes que acepten la pluralidad de pensamiento.
Existen otras acciones que acompañan los procesos de innovación, cada una se adaptará a la cultura y al propósito de la organización. En mercados altamente competitivos, la organización requiere transformarse continuamente y son las personas quienes colaborativamente construyen los pilares del futuro.
Tanto en empresas como en la vida personal, siempre debemos rodearnos de personas que nos aporten una visión diferente a la nuestra, con posturas que nos ayuden a cuestionarnos, a conocernos mejor y a crecer como personas dejando los egos de lado.