Fanny Bernal Orozco * [email protected]

 

Mucho se habla hoy acerca de la salud mental de los seres humanos y, toda la información que circula, a lo mejor ayuda a hacer reflexiones o cambios que llevan a que se viva mejor. No obstante, existe una parte de la sociedad que ignora, invisibiliza o se muestra indiferente frente a lo que sienten, sobre todo, los menores, ante el maltrato que es el común denominador en las relaciones con los adultos que son los que ‘los cuidan’.

Veamos por ejemplo el asunto de la custodia compartida, la cual en muchas ocasiones, es la oportunidad perfecta para usar a los hijos como instrumento para herir, para manipular, para el insulto, el maltrato, la amenaza y la humillación y, por supuesto, para hacerle la vida imposible a la expareja.

Encontramos casos como estos:

- Un niño ha estado enfermo por varios días, el padre no aparece, ni pregunta por él. El fin de semana en plena recuperación el papá se lo lleva y se le advierte que hay que cuidarlo con la comida y con los medicamentos, cumpliendo con los horarios recomendados, según el dictamen médico. El señor hace caso omiso a estas advertencias y lo devuelve más enfermo, cuando se le hace el reclamo, insulta y agrede a la madre y todo ocurre delante del niño de seis años.

- Una mamá que tiene dos hijos de su relación anterior, lleva dos meses con su pareja actual y les está enseñando a sus hijos de ocho y seis años a decirle papá a su nuevo compañero. Un día los niños conversan con su padre y el mayor le hace la siguiente pregunta: ¿Papá cuantos papás podemos tener los niños?

- Una abuela que consume licor cuida a una niña de 12 años; mientras la mamá llega del trabajo. Cuando la menor sale del colegio, de vuelta a su casa, generalmente encuentra que su abuela está alicorada e increpa a la adolescente y le dice: ‘Lo peor que me ha podido pasar a mí es que tenga que quedarme en la casa, cuidándola a usted. Si yo con usted no tengo obligaciones, usted para mí es un estorbo’.

Menores y adolescentes sufren el maltrato de adultos, hombres y mujeres que tienen hijos y jamás han reflexionado acerca de sus responsabilidades. Por el contrario, los someten y condenan a vivir una vida llena de frustraciones, miedos, tristezas, rabias, rencores y deseos de venganza.

Siempre que nace un niño al que no se le ama, ni se le cuida, crece con grandes problemas emocionales. Esto conlleva necesariamente a multiplicar la violencia de nuestro país y, de ello, todos somos responsables.

 

* Psicóloga - Docente titular de la Universidad de Manizales.

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