Fanny Bernal Orozco * [email protected]

 

Muy seguramente todas las personas hemos escuchado historias de maltrato de mujeres a otras mujeres, maltrato que se vive en silencio, por miedo a las amenazas a las cuales se ven expuestas o por la necesidad económica de tener que laborar en ese empleo.

Son muchas y muy variadas las causas, pero -en casi todas- impera la conspiración del mutismo, que es una consecuencia del miedo angustioso por el que atraviesan algunas de ellas.

El odio, la envidia y los celos son emociones que perturban a quien las siente. Se tornan muy dañinas, cuando se hace uso de ellas para hacer notar el poder que se tiene sobre la otra persona; el cual incluso puede ir acompañado de venganza y se convierte, por lo tanto, en un tsunami emocional para quien lo está sufriendo en carne propia.

En julio del 2007, en esta columna, publiqué la siguiente leyenda:

 

Una vez, una serpiente empezó a seguir a una luciérnaga. Está huía con miedo de la feroz depredadora, pero la serpiente no pensaba desistir. Huyó un día y la serpiente no desistió; dos días y seguía tras ella. En el tercer día, ya sin fuerzas, la luciérnaga se detuvo y le dijo a la serpiente:

- ¿Puedo hacerte tres preguntas? - No acostumbro a responder, pero como te voy a devorar, puedes preguntar; respondió la serpiente.

-¿Pertenezco a tu cadena alimentaria?, preguntó la luciérnaga - No.

¿Te hice daño? - No.

- Entonces, ¿por qué quieres acabar conmigo? - Porque no soporto verte brillar**.

 

La envidia, el odio y los celos nacen de la inseguridad y la baja autoestima de algunas mujeres, que no soportan la inteligencia, los atributos ni los logros de las otras, y si son cercanas, mucho menos.

La incapacidad para hacer análisis y reflexiones emocionales sobre estos hechos, les llevan a poner en evidencia su malestar y no les importa lo que tengan que hacer, con tal de lograr sus propósitos: aniquilar, social y laboralmente es una de sus estrategias.

Las mujeres que maltratan y humillan a otras mujeres, son incapaces de afrontar y sanar sus miedos y sus frustraciones. Sus inseguridades y baja autoestima, en muchas ocasiones, las lleva a ser poco competentes en su vida laboral, lo que -además- hace que gran parte de su tiempo, lo dediquen a rumiar acerca de su situación particular, con el agravante de que no hacen nada por salir del atasco emocional en el que se encuentran.

La envidia, los celos, la rabia, la traición, la ingratitud y el estarse comparando con otras mujeres, es causa de estrés y ansiedad, afecta el clima y las relaciones sociales y laborales de cualquier empresa, generando de alguna manera, casos de violencia de genero.

Es necesario entonces que las entidades asuman la responsabilidad de promover tareas para salvaguardar la salud emocional y mental de todos sus miembros; además de formar grupos de apoyo, tanto para quienes son víctimas, como para aquellas mujeres que no soportan el brillo de las otras.

 

* Psicóloga - Docente titular de la Universidad de Manizales.

www.fannybernalorozco.com

** Tomado del libro Aplícate el cuento -Relatos de Ecología Emocional de Jaume Soler y M. Mercé Conangla.

 


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