Fanny Bernal Orozco * [email protected]
El perdón es un asunto serio y trascendental en cualquier relación. Ayuda a sanar, a reparar y a acortar distancias. Es un acto de voluntad, reflexión, respeto, empatía y, sobre todo, es un proceso en el cual hay que darse cuenta del daño que se ha recibido o provocado. Ello requiere responsabilidad y coraje, tanto para pedirlo, como para otorgarlo.
Lo anterior significa que el perdón no es una palabra vacía. Se hace necesario saber que el perdón, el verdadero perdón, hay que conjugarlo en tiempo presente, con respeto hacía sí mismo y hacía la otra u otras personas. Es además tener claro que no es dejar pasar las agresiones, las ofensas ni el maltrato, la humillación y, menos aún, perder la dignidad.
Y es que es tan manoseado el perdón, que en muchas relaciones familiares o de pareja se participa de un juego peligroso. Alguien agrede y humilla, ocasiona dolor, pide perdón y otra oportunidad; la persona afectada perdona y da la nueva oportunidad, dizque basada en la esperanza de que ahora sí todo va a ser distinto. Y en la medida que se sigue repitiendo la agresión, se aumenta la pena y todo se convierte en un círculo vicioso, que perpetúa el maltrato y, en el cual, no hay evidencia de arrepentimiento ni mucho menos de cambio.
El perdón, como dice Robin Casarjian, es una señal de curación, de manera muy especial, cuando las personas se comprometen con sanar su resentimiento, su enojo, su culpa. Y es que cuando una persona se responsabiliza de los recuerdos y emociones que le perturban, se está comprometiendo a reparar y fortalecer su autoestima.
Perdonar es cambiar los diálogos internos de ira, vergüenza, temor, venganza, culpa, flaqueza o rencor. Es soltar la historia de sufrimiento, es salir de la trampa de los sucesos pasados, para vivir en el aquí y en el ahora. Es hacerse cargo del presente.
Perdonar es aprender a ser indulgente, compasivo y a practicar la misericordia y la magnanimidad, de manera especial, consigo mismo. No se puede ir por la vida esperando que todo esté hecho y suceda de acuerdo con las propias necesidades y deseos individuales.
Practicar el perdón es todo un proceso de aprendizaje. No se puede trasegar por el mundo expresando esta palabra 'perdón', sin conocer lo que significa y, menos aún, creyendo que con el sólo hecho de pronunciarla, los daños se reparan.
* Psicóloga - Docente titular de la Universidad de Manizales.
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