Fanny Bernal Orozco * [email protected]

 

Podría comenzarse esta columna con esta pregunta: ¿Qué es el amor?

Casi todo el mundo lo nombra, varias veces en el día, muchas veces en el transcurso de la vida; así se tenga poca conciencia de lo que significa. Algunas personas tienen y mantienen creencias basadas en el amor romántico y los de telenovelas que, aunque ocurre diariamente en las pantallas, poco o nada se parece al que se vive en la vida real.

Desmitificar al amor puede ser un paso importante para acercarse con un adecuado principio de realidad, a tejer relaciones amorosas con otras personas, empezando por la familia: padre, madre, hermanos, abuelos, pareja. No se ama a nadie porque hay que amarle, ni por obligación, ni por firmas, ni por ritos, ni por presiones.

La idea que se tiene del amor es confusa, tanto es así que en aras a este sentimiento, se cometen toda clase de actos violentos y atropellos, palizas a los hijos dizque para enseñarles valores y respeto, azotainas a la pareja, para causar miedo, exigir sumisión, pasividad y poder mantener el control hacia la persona “amada”; conductas de violencia que en muchas ocasiones, terminan con la muerte y la justificación es: ‘Le amo tanto que si no es para mí, no puede ser y para nadie más’.

Y es que hay personas a quienes les halagan que las celen, consideran que esto hace parte del amor, viven en un vaivén emocional, entre escándalos, gritos, humillaciones, maltratos.

Una joven afirmaba que soportaba todo esto porque amaba mucho a su pareja y porque además las reconciliaciones eran muy buenas. Argumentos que indican sumisión, pasividad, pérdida de la identidad, la autonomía, la autoestima y reafirman los apegos enfermizos.

Y qué tal el amor de aquellas personas que repiten cada que pueden: -‘Yo todo te lo he dado, dejé de hacer cosas por ti, solo he tenido ojos para adorarte y así es como me pagas’. Estas frases las redundan cotidianamente en las peleas, ante una infidelidad o por la amenaza de abandono y separación.

Así mismo hay personas que idealizan a la pareja, de manera desproporcionada, creen que son los responsables de su felicidad, nunca se han preguntado cuánta falta se hacen ellas mismas, porque se la pasan asomadas en la vida del otro o la otra, esperando, acatando y dependiendo.

Los padres y en especial las madres, no se quedan atrás; seguro que estas frases son frecuentes:

- No olviden todo lo que yo me he sacrificado por ustedes.

- Es que no son sino unos desagradecidos.

Así las cosas parece que el amor (¿?), es como un trueque según lo que se dé, se espera el cambio, que viene de vuelta o que se merece una persona, de acuerdo con la abnegación y la sumisión. Es como vivir atrapados en ideas e ilusiones que se crean y mantienen en la cabeza, mundos imaginarios que solo generan dolor y sufrimiento.

 

* Psicóloga - Docente titular de la Universidad de Manizales.

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