Fanny Bernal Orozco * [email protected]
Hay personas que van por el mundo cargando todo lo que les sucede a ellos y también lo que les pasa a los demás. Están llenos de quejas y amarguras, todo les molesta y hasta indigna. Ven un noticiero y pelean con la pantalla, alegan, insultan, maldicen. No saben qué hacer con sus frustraciones y su rabia.
Todos los seres humanos tenemos equipajes emocionales, algunos serán más pesados para unos que para otros. Muchos de ellos, son recursos que sirven para vivir mejor, tener relaciones afectivas gratificantes, ser agradecidos con los demás y consigo mismos. Algunos podrían ayudar a cultivar la bondad del corazón.
Otros equipajes o más bien cargas, por el contrario, pesan por los conflictos y los asuntos pendientes que no se han solucionado, a veces son historias familiares o de pareja que llevan años alimentándose con rencor y hasta odio. Recuerdos que pasan una y otra vez por la mente y se acompañan de diálogos internos ofensivos y dolorosos, que aumentan el estrés, la congoja y la ansiedad.
Darse cuenta de que hay experiencias y situaciones de la vida que no se pueden cambiar ni substituir y que son incontrolables, permite caminar más liviano, hablar sin temor del miedo y de las sensaciones que este genera, fundamentalmente, cuando las cosas no salen como se tienen pensadas. Ello conlleva a dejar de hacer suposiciones o ver todo como un castigo divino o una catástrofe.
Frases como esta son frecuentes:
- "Yo soy un ser humano maravilloso, no entiendo por qué mi relación de pareja fracasó. Miro a mi alrededor y yo me siento mejor que muchas otras personas y a ellas no les pasa nada malo, eso me hace sentir mucha impotencia".
Quizás es necesario interrogarse a cerca de cómo está la autoconfianza y la autoestima, hasta dónde y cómo las personas nos dejamos afectar ante las diferentes circunstancias de la vida; Para resolver estos cuestionamientos de una manera propositiva y sortear esas vicisitudes, es imprescindible contar con unos muy valiosos de recursos de afrontamiento.
Cuando se tiene voluntad y capacidad de reflexión, se puede ver la vida como una escuela de aprendizaje, en la cual, el rencor, la envidia, la arrogancia, los celos u otras emociones perturbadoras, aunque emerjan, se convierten en lecciones que -aunque se repitan-, ayudan a pasar las asignaturas.
Así que se puede ir por la vida cargando el pasado, arrastrando frustraciones, equivocaciones o dándose el maravilloso regalo de sentir, observar, reflexionar, aprender, agradecer y soltar.
-¿Qué prefiere usted?
* Psicóloga - Docente titular de la Universidad de Manizales.
www.fannybernalorozco.com