Fanny Bernal Orozco * [email protected]
Todos estos días acompañando a personas y familias que se encuentran en situación de duelo por la muerte de un ser querido y también los aprendizajes y reflexiones de mis propios duelos, me han llevado a aprender cuánto pesan en la memoria emocional los asuntos pendientes:
- Lo que se dijo.
- Lo que nunca se expresó.
- Lo que se ocultó.
- Lo que se recibió.
- Lo que jamás se compartió.
- Los conflictos no solucionados.
- Las promesas no cumplidas.
- El afecto y la ternura no manifestados.
Habrá quien diga, que la vida es así, que no da tiempo o que este, fue insuficiente. Quizás haya un poco de certeza en esta afirmación. No obstante, una reflexión de las quejas que se expresan en este sentido es que los seres humanos no sabemos vivir. Cada vez es más importante lo banal y superficial y lo que es esencial e importante, se opaca frente a tanta frivolidad.
Y así los días pasan y pasan y cuando el dolor, la enfermedad y el duelo tocan a la puerta, algunos seres humanos se dan cuenta de que han dejado ir momentos fundamentales en las relaciones y en los vínculos afectivos.
Cuando algunas personas tienen consciencia de la finitud, hacen balances y entre sus reflexiones aparecen, con alguna frecuencia, las quejas no solo de lo que dejaron de hacer, sino además de sus equivocaciones:
- Me hubiera atrevido a hacer lo que quería.
- Me hubiera hecho respetar.
- No me hubiera dejado paralizar por el miedo.
- No hubiera hecho tanto daño.
- Hubiera viajado más.
- Me hubiera vuelto a enamorar.
- No hubiera perdido tanto tiempo.
- No me hubiera dejado cegar por el orgullo.
Algunas frases se pueden parecer a lo que otros piensan o expresan. La diferencia está en que cuando alguien todavía cree que tiene tiempo, puede hacer realidad algo de lo que tiene pendiente y así las quejas reducen su peso emocional.
En los rituales funerarios, la muerte pone a los dolientes, de cara a la propia muerte, con pensamientos y emociones que los llevan a darse cuenta de que en algunas situaciones relacionadas con la vida y el vivir; sería muy importante, que en ese cuidado de la salud mental y emocional, los aprendizajes se dieran de manera más oportuna para no tener que vivir finales con tantas quejas, arrepentimientos, culpas y asuntos pendientes; no sólo con la vida, sino también con los vivos y los con los muertos.
* Psicóloga - Docente titular de la Universidad de Manizales.