Fanny Bernal Orozco * [email protected]
A los doce años, un niño le comenta a sus padres que está cansado de ir al colegio, que no quiere volver por allá, que lo pueden castigar con lo que ellos quieran y que no lo van a obligar a asistir.
Ellos quedan bastante preocupados, ya que ha sido un buen estudiante, que disfruta del deporte; además estudia música y le gusta escribir. Al principio los padres le pelean, le discuten, lo sancionan y al no ver cambios en el hijo, la mamá se pone a investigar qué hay de fondo en esta reacción y decisión del hijo.
Una mañana, mientras el joven se está bañando, la madre revisa su celular. Encuentra amenazas y burlas de un grupo de su salón, que con saña le dice que si vuelve al colegio, le va a pesar, porque lo van a volver a golpear. Que le van a tomar fotos así aporreado y que las van a compartir para que los demás también se burlen de él.
Los padres van al colegio y el director de grupo dice que son cosas de muchachos, que no hay ninguna razón para que se preocupen y que manden al hijo al colegio, que allí van a estar atentos a cualquier situación. ¿Usted como mamá o papá que haría?
El matoneo en Colombia es generalizado, es un asunto de todos los días y quizás no se le ha prestado la atención suficiente. Los padres creen que en el colegio, deben tener los recursos y protocolos para prevenir los actos de agresión. Los profesores y directivas, por su parte, consideran que niños y jóvenes deben llegar con unos valores claros y consistentes.
No es así, todos se equivocan. Hoy a los padres y cuidadores les falta tiempo para conversar y compartir con los niños y adolescentes. Y los colegios, en su mayoría, carecen de un currículo que le apueste a fomentar valores éticos, habilidades sociales y emocionales; es decir, que cultive la formación humana.
Un profesor de colegio decía:
- ‘A mí me pagan para que dicte unas asignaturas específicas, pero yo en lo demás no me meto’.
Desconoce ese profesor que cualquier materia puede ser un pretexto para enseñar, tratar y profundizar acerca de otros asuntos que involucren el respeto, la tolerancia y la consideración por los demás y por sus diferencias, sean ellas físicas, mentales, de clase, de raza o de sexo.
Es triste escuchar que el miedo, la amenaza, la humillación, la estigmatización y el maltrato físico son frecuentes en los escenarios educativos, ante la mirada indiferente de adultos y compañeros. Esto lleva a que los niños tengan que comenzar tratamientos farmacológicos y profesionales, porque no pueden dormir debido a la ansiedad y el estrés que les causa el tener que ir al colegio, donde son maltratados, agraviados, excluidos, humillados, convertidos en objeto de burlas y cuyas vidas desoladas se encuentran al borde de un abismo.
Mucho hay que trabajar para generar empatía, humildad y respeto, en profesores y directivas; y en los niños y adolescentes que ejercen matoneo. Así como en las víctimas y los testigos.
- ¿Considera que los espacios educativos son lugares seguros para sus hijos?
* Psicóloga - Docente titular de la Universidad de Manizales.
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