Fanny Bernal Orozco * [email protected]

 

Seguro que hemos escuchado o dicho muchas veces: "Es que hay que ponerse en el lugar de los otros, ponerse en los zapatos del otro", frase que es fácil de expresar, pero difícil de volver realidad. Lo real, al respecto, es que para ello hay que contar con ciertos atributos. Por ejemplo, saber escuchar de manera respetuosa.

Muchas veces uno sabe de personas que en algún momento, quieren y necesitan desahogarse, hablar de su dolor o sus problemas. Sin embargo, quién escucha le interrumpe constantemente para contar a su vez hechos parecidos o que, a su parecer, son más dolorosos que los de su interlocutor.

Ponerse en el lugar del otro precisa de responsabilidad afectiva, la cual consiste en observar y estar en sintonía con las consecuencias que palabras, silencios y actos generan en otras personas. Es decir, ser respetuosos, considerados, empáticos con el otro, sin hacer distingos de la relación que se tenga.

Se hace por tanto necesario, validar las emociones de los demás y, en lo posible, evitar los chismes, las intrigas, las suposiciones, las burlas, las falsedades y las humillaciones. Hay que ser decentes, respetuosos, delicados, a pesar de las diferencias en la forma de pensar y de sentir, que se puedan tener con la otra persona.

Llama la atención cómo en momentos de dolor, a algunas personas les da tanta dificultad ponerse en su lugar. Muchas frases sin sentido se escuchan repetidamente, las cuales en vez de calma y sosiego, producen rabia e impotencia.

A una mamá en duelo por la muerte de su hija, adolescente aún, se le acercan y le dicen: "A pesar de los pocos años de su niña, ella ya hizo lo que le tocaba hacer aquí en la tierra y por eso no la puede llorar tanto. Eso le hace mal a ella". Según los acompañantes entonces, el desahogo, el llanto, detienen a la persona fallecida.

Cuando se invalidan los sentimientos de los demás, la desconfianza y la incertidumbre pueden llevar a un doliente a que se aísle, se silencie y a que hasta eluda el acompañamiento sincero y adecuado, de otros. Por lo tanto, se requiere empatía y compasión para escuchar las quejas y el dolor y para saber practicar el silencio respetuoso.

Se precisa tiempo y sensibilidad para imaginar lo que sienten otras personas, para conocer sus emociones, para respetar su historia, para tender puentes, para darse cuenta de que ponerse en el lugar de los otros, es cultivar la empatía, el respeto, la escucha activa y la bondad del corazón.

 

* Psicóloga - Docente titular de la Universidad de Manizales.

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