Fanny Bernal Orozco * [email protected]
Un líder no nace, se hace. Se construye, se instruye, se pule, fortalece valores y virtudes personales y sociales. De manera especial, aprende la importancia de conocer sus propias emociones y a conectarse de manera respetuosa con las emociones de las demás personas. Tiene la habilidad para darse cuenta de los efectos que sus palabras, gestos y actos tienen sobre los demás.
Lo anterior quiere decir que un líder debe tener conocimiento de lo que dice, hace y promete que va a realizar. Debe tener un nivel de cultura que dé cuenta no solo de sus títulos académicos, sino de conocimientos que le permitan realizar programas y proyectos reales y que generen confianza y calidad de vida.
Cuando se acercan las elecciones, brotan personas como malezas y salen hasta de ‘debajo de las piedras’ para hablar de sus capacidades (¿?), de su honradez, de que ahora si se va a acabar la corrupción; que los electores podrán confiar en que esta vez, si se podrán ver los avances y se materializará el desarrollo de los pueblos, todo con el fin de conquistar incautos con sus eufemismos y mentiras.
Lo claro es que ellos se creen líderes, se aprenden unas frases, un formato que repiten en las entrevistas, radiales, televisivas, en redes. Si les hacen una pregunta que no corresponde a lo que han memorizado, titubean, se ponen nerviosos, se van por las ramas y hasta se vuelven agresivos. La realidad es, que los que hoy se dicen dirigentes, producen grima, pues -desafortunadamente- hace muchos lustros que no tenemos líderes.
Es vergonzoso presenciar el hecho de que en vez de realizar su trabajo, se la pasan peleando, escribiendo tonterías en redes, pugnando con sus contradictores y con la comunidad por esos medios. La verdad es que si no son capaces de resolver sus problemas personales, menos van a poder liderar los proyectos y destinos de una ciudad o un país.
Un verdadero líder posee capacidades técnicas, creatividad, inspiración, empatía, don de gentes, es visionario, humilde, tiene capacidad de escucha, consciencia de la realidad, disciplina, habilidades para hacer acuerdos y posee una adecuada tolerancia a la frustración. Eso quiere decir que superó la etapa de los berrinches y sabe que la autorregulación emocional fortalece el poder personal.
Daniel Goleman afirma que un líder presta especial cuidado al manejo de sus emociones y sabe que éstas afectan a su equipo de trabajo. Por ello genera y mantiene un ambiente positivo en su entorno y cuando aparece algún contratiempo, se da el tiempo para el análisis, la reflexión, la escucha respetuosa de otras opiniones y para la toma de decisiones pensando en el bien común.
-¿Conocen a alguien que se acerque a esta descripción?
* Psicóloga - Docente titular de la Universidad de Manizales.
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