Fanny Bernal Orozco * [email protected]

 

Mientras yo escribo esta columna o mientras usted la lee, se dan muchos acontecimientos en este país, la mayoría relacionados con las pérdidas y los duelos. Familias campesinas y poblaciones indígenas están siendo sacadas a la fuerza de sus casas, amenazadas, sitiadas, acorraladas, asesinadas

Así mismo, cotidianamente, la prensa da cuenta de líderes sociales secuestrados, desaparecidos o exterminados por bandas de delincuentes que tienen como objetivo común sembrar el terror y la miseria.

En Colombia, la práctica del destierro es periódica y viene de tiempos inmemoriales. Esta ocupa noticieros radiales y de televisión y páginas de periódicos, en los que se denuncia con fotos, videos, testimonios, la forma brutal como cientos de personas empiezan a peregrinar por otros territorios en completa indefensión, desplazados, arropados sólo por el miedo, la desesperanza y la impotencia.

Mientras tanto, otras personas encuentran la muerte en un atraco, asesinados a plena luz del día, ante la mirada de los transeúntes y grabados en cámaras de seguridad o particulares, como si hicieran parte de una película de acción.

Hay seres humanos que pierden su vida en accidentes automovilísticos, de moto, de bicicletas, ya sea como conductores, pasajeros o transeúntes. La Contraloría General de la Nación denomina esta situación como, 'la pandemia de la siniestralidad vial'.

Otras personas mueren luego de una enfermedad, con atención profesional o sin ella. También hay quiénes mueren de repente sin mucho bullicio; así como hay muertes gestacionales o perinatales, que dejan en duelo a toda una familia.

Respecto a las mujeres, según datos de Medicina Legal, el feminicidio ha ido en alarmante aumento, a pesar de las alertas en diferentes entidades del Estado y, sobre todo, teniendo en cuenta que la solicitud de ayuda de muchas mujeres -según dicen sus familias- no fueron atendidas oportunamente.

Por otra parte, hay quienes deciden poner punto final a sus vidas. Mueren por suicidio, sin muchas palabras, quizás por conflictos de pareja, familiares, económicos, por matoneo o como respuesta al padecimiento de una enfermedad mental o una crisis emocional.

En cuanto a los desastres naturales la pérdida de vidas humanas es enorme, el cambio climático ha hecho estragos en algunas poblaciones. Deslizamientos, inundaciones, vendavales, incendios forestales, casas arrasadas, daños materiales, muertes y desapariciones suman en esta estela de dolor. Cada vez que ocurre una tragedia de estas, las personas que padecen de miseria y pobreza de todo tipo, generalmente son las más afectadas.

Y, qué pensar ante el aumento de homicidios de menores y adolescentes, algunos de ellos cometidos por sus padres, padrastros o por personas muy cercanas, que los tenían a su cuidado.

Es esta una breve descripción de sucesos que causan duelos en este país, que no solo producen dolor, sino vergüenza; por la ausencia de humanidad y por los efectos devastadores en la salud mental de las víctimas y los dolientes.

 

* Psicóloga - Docente titular de la Universidad de Manizales.

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