Fanny Bernal Orozco * [email protected]
La precaria salud mental de los niños en este país, es una de las situaciones que produce más dolor y vergüenza. A pesar de los discursos de tantos políticos y de los grandes titulares de la prensa y los noticieros, los niños no son importantes. Empezando por quiénes, de manera irresponsable, los engendran y, con ello, los condenan a vivir no solo en el abandono, sino también a merced de toda clase de peligros.
Hoy infortunadamente tenemos una niñez marcada por el abuso sexual, los asesinatos, los secuestros, los golpes, los insultos, las humillaciones, la indiferencia, el desdén, el olvido y muchas veces la esclavización; además de vivir en carne propia los horrores de la guerra y el reclutamiento forzoso por parte de diferentes grupos delincuenciales.
Vemos entonces menores que cargan armas y disparan, atracan. También están los que llevan a cabo labores domésticas o son cuidadores de sus cuatro o cinco hermanos menores, tareas estas que tienen que realizar, porque en casa, casi nunca hay adultos, cuando deberían estar participando en actividades educativas o jugando, acorde con su edad:
Esto dijo una niña de doce años: “A mí me da mucha rabia cuando mamá queda en embarazo. Ella se acuesta y dice que está enferma y, mientras tanto, yo hago lo que puedo. Mi abuela a veces nos ayuda, somos cuatro hermanos. Nosotros no conocemos papá alguno".
Se usan muchas frases para defender a los niños, que más bien son eufemismos, palabras huecas que están lejos de la realidad. Se dice que si no hay padres, es el Estado el que emula -a través de diferentes entidades y organismos- a la familia.
Sin embargo, en el día a día se observa tanto en lo que tiene que ver con la educación, como con la nutrición y el cuidado, que la indiferencia, la indolencia y la burla son constantes. Mientras tanto, las enfermedades mentales aparecen y avanzan: Trastornos de sueño, consumo de diferentes sustancias, frustraciones, rencor, odio y ganas de venganza, por el abandono, por no sentirse amados, ni protegidos, baja autoestima, depresión, ansiedad y ausencia de sentido de vida, entre otros.
Hoy las preguntas que emergen son:
- ¿En dónde están seguros los niños? Todo apunta a que no se sienten seguros en sus casas, ni en los jardines infantiles; menos en los espacios educativos o en la calle.
- ¿Qué hacer?
- ¿Cómo hacer prevención?
- ¿Cómo sensibilizar a una sociedad y a un Estado que se entretiene en lo banal y no le importan estos asuntos?
Una niñez que vive entre la discriminación y el abandono, lejos del bien-estar y la calidad de vida, no puede tener una adecuada salud mental, ni física.
* Psicóloga - Docente titular de la Universidad de Manizales.
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