Fanny Bernal Orozco * [email protected]
Con frecuencia leemos y vemos en las noticias, que cotidianamente aumentan las quejas por violencia intrafamiliar, violencia hacia las mujeres y maltrato a los menores; sumado al abuso sexual que también, al día de hoy, tiene unas cifras dramáticas en nuestro país.
La violencia familiar se tipificó como delito desde el año 1996, a través de la Ley 294 y se modificó en el año 2000 con la Ley 575. De igual manera a través de la Ley 1959 del año 2019, los conceptos sobre maltrato se modificaron y, en ella, se establece ‘el delito de violencia intrafamiliar como maltrato físico o psicológico en contra de cualquier miembro del núcleo familiar, siendo las mujeres y niñas las principales víctimas de este tipo de violencia’.
Humillaciones, burlas, confinamientos, prohibiciones, golpes, humillaciones, abusos sexuales, psicológicos, verbales, económicos, todos estos despotismos y dominaciones, tejen una realidad abrumadora, con la cual conviven miles de mujeres y niñas en su vida cotidiana.
La violencia intrafamiliar y la violencia de género tienen diversas causas y múltiples afectaciones, entre ellas el pertenecer a familias con modelos patriarcales, autoritarios y violentos. Conviven en espacios en los que se irrespetan de manera constante los derechos humanos y se crea un bucle de violencia que se repite dramáticamente y que impide vivir con dignidad.
Por otra parte, las relaciones que se establecen, a través de vínculos emocionales dependientes y muchas veces enfermizos, las dependencias económicas; así como una autoestima baja y pobre autonomía, son factores que fortalecen el maltrato y la violencia.
Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), Colombia es el tercer país con las cifras más altas de violencia de género en este 2023, dentro de 38 países investigados.
Y entonces, ¿cómo hacer prevención? Hay muchas acciones que se pueden realizar. Una de ellas tiene que ver con la educación tanto a hombres, como a mujeres, niños, familias, docentes y a la comunidad en general, en el respeto por los Derechos Humanos y la dignidad. Enseñar las leyes, formar en valores y virtudes, aprender sobre autoestima, autonomía y vínculos emocionales sanos, entre otros.
De igual forma, reconocer y denunciar oportunamente los actos de violencia y de maltrato, no quedarse callados, pedir ayuda, dejarse acompañar, exigir justicia y apoyo de las autoridades competentes y de profesionales con experiencia y empatía, que eviten la revictimización.
La prevención de la violencia, en cualquiera de sus formas, es una responsabilidad de todos, si queremos sumar a esta sociedad serenidad, sosiego y empatía.
* Psicóloga - Docente titular de la Universidad de Manizales.
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