Fanny Bernal Orozco * [email protected]
Según la Organización Mundial para la Salud (OMS), la violencia es el “…uso intencional de la fuerza física o el poder real o como amenaza contra uno mismo, una persona, grupo o comunidad que tiene como resultado la probabilidad de daño psicológico, lesiones, la muerte, privación o mal desarrollo”.
Así entonces, la violencia es maltrato físico, psicológico, emocional, económico, sexual, todo lo cual socava la salud mental de los integrantes de la familia; tanto de quienes son víctimas, como de los que son testigos, puesto que también se ven afectados por lo que allí sucede.
Las quejas relacionadas con la violencia intrafamiliar son de diversa índole: entre las parejas o padres y madres hacía los hijos, los hijos hacía los padres, madres o cuidadores principales, así como también hacía los viejos, abuelos, abuelas, etc.
El entramado que se teje al interior de las relaciones entre los integrantes de las familias es único y está íntimamente ligado a la educación, a creencias, pautas de crianza, valores personales, vínculos afectivos, hábitos de vida, formas de comunicación y tensiones emocionales, entre otros.
Las personas que usan la violencia en el espacio familiar hacen uso del poder como instrumento para controlar a los más débiles, vigilar e imponer condiciones. Lo logran a partir del miedo y la imposición del silencio que infligen, mediante amenazas como las de abandonar la casa, hijos y cónyuge; además la de despojar a la familia del apoyo económico.
Los celos son una emoción frecuente en la violencia intrafamiliar. Las rivalidades ente hermanos, el manejo del poder entre suegros, suegras, yernos y nueras, celos entre las parejas. Algunas personas se enfrentan por el amor de alguien y se enferman de rabia, venganza y dolor; y hacen lo que sea para conseguir lo que quieren, sin importar el método, sólo el resultado.
La violencia intrafamiliar dejó de ser un asunto íntimo y privado para convertirse, por su magnitud, en un asunto de salud pública, por las secuelas que deja en los seres humanos afectados. Ansiedad, estrés, trastorno de sueño, depresión, pobre sentido de vida, baja autoestima, desesperanza, enfermedades psicosomáticas, resentimiento, algunas de ellas.
Una de las tareas que hay que asumir en estos casos, es acudir a la denuncia como paso fundamental para recobrar la dignidad. Y para quien ejerce la violencia, pedir ayuda a fin de aprender a controlar y regular las emociones.
* Psicóloga - Docente titular de la Universidad de Manizales.
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