Fanny Bernal Orozco * [email protected]

 

Según El Tiempo del 10 de marzo del 2024, ‘cada cinco minutos una persona ha sido víctima de violencia intrafamiliar en el año’, cifra realmente alarmante. En el mismo artículo se habla de asesinatos y desaparición de niños, heridas con cuchillo, puñaladas, machetazos, uso de ácido en los rostros y otras partes del cuerpo, abuso sexual a menores, a adultos a viejos. Asesinatos a madres, padres, abuelos, hermanos, en fin la lista es larga y vergonzosa.

Estas múltiples violencias rompen el mito romántico que se tiene de la familia como escenario de amor, ternura, cuidado, comprensión. Por el contrario, cada vez las relaciones son más violentas y los espacios donde las personas conviven, se han vuelto mucho más inseguros, tanto que dan miedo y mantienen latente el estrés, el temor y la ansiedad.

Es verdad que convivir con otros no es fácil, más aún cuando los acuerdos de respeto -si es que los hay- son frágiles. A muchas personas les cuesta mantener prácticas de relación adecuadas, sus emociones se desbordan por cosas insignificantes y la pobre tolerancia a la frustración agudiza los conflictos, el irrespeto, el menosprecio, el maltrato y las humillaciones.

No se puede desconocer que nuestro país ha avanzado en cuanto a la aprobación de leyes y marcos normativos relacionados con la familia, en este sentido la Ley 1361 (2009), artículo 1o. dice: ‘La presente ley tiene por objeto fortalecer y garantizar el desarrollo integral de la familia como núcleo fundamental de la sociedad, así mismo, establecer las disposiciones necesarias para la elaboración de una Política Pública para la familia’. En el aparte que habla de los derechos, se lee: ‘El Estado y la Sociedad deben garantizar a la familia el ejercicio pleno de los siguientes derechos: 1. Derecho a una vida libre de violencia...’

Además hay también leyes que protegen los derechos de la mujer, ello como fruto de las presiones y de los cambios sociales, políticos y económicos, entre otros. No obstante no es un secreto que en algunos sectores se normaliza la violencia contra la mujer y contra los niños. La cultura patriarcal está todavía muy arraigada y, fruto de ello, es la creciente estadística de violencia intrafamiliar, los maltratos físicos y verbales, los abusos sexuales y los feminicidios.

Lo anterior significa que la Ley sola no basta. Es necesario desmitificar el concepto de familia y darse cuenta de las múltiples trampas emocionales que se tejen y permiten la violencia; además se requieren cambios sustanciales en los procesos educativos y en la manera de expresar y entender las emociones y las relaciones.

 

* Psicóloga - Docente titular de la Universidad de Manizales.

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