Fernando-Alonso Ramírez
Periodista y abogado, con 30 años de experiencia en La Patria, donde se desempeña como editor de Noticias. Presidió el Consejo Directivo de la Fundación para la Libertad de Prensa en Colombia (Flip). Profesor universitario. Autor del libro Cogito, ergo ¡Pum!
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X (Twitter): @fernalonso
Que seguro ya lo leyó. Que demás que ya lo tiene. Que qué tal que no le guste. Las excusas para no regalar libros son todas, pero a quienes nos gusta leer nos sigue gustando ser sorprendidos por quienes se han tomado el trabajo de intentar llegar a lo profundo de nuestras almas. Porque eso es lo que se logra cuando se recibe ese artefacto diseñado para disparar la imaginación y la conversación.
No es gratuito el nombre de esta columna con la que los agobio cada semana. Tiene que ver con esa necesidad apremiante que tenemos los lectores de compartir la lectura y, por eso, cuando alguien me regala un libro, yo me siento obligado a regresarle en una conversación mis impresiones sobre él. Como el tiempo de un periodista es poco para poder compartir con tatos, decidí hacerlo -hace rato ya- a través de esta columna que terminó volviéndose semanal y que me ha disciplinado muchísimo más en el leer.
Hay muchas maneras de conocer a una persona y sus gustos, una de ellas es por su biblioteca, por sus lecturas. Si tiene la fortuna, además, de poder ver los destacados, los subrayados, los resaltados o hasta las páginas dobladas, podrá usted entender también algo de la psicología de ese lector. También nos dice de ella, la forma en la que organiza sus libros. En qué lugar privilegiado están sus favoritos, si se trata de una colección monotemática o politemática, si hay poesía entre esos textos o novela histórica, si son ensayos los que predominan o textos técnicos, si son textos de estudio o paisajísticos.
En fin, un libro siempre es una buena respuesta para cuando te preguntas qué regalarle a alguien. ¿Que los jóvenes no leen? qué va. Conozco a muchos buenos lectores y, como siempre ha sido, habrá un grupo que no gusta de leer y no hay por qué juzgar. No podemos andar por ahí como predicadores sosteniendo que quienes no tienen nuestros gustos, no saben lo que hacen.
· Si quieres dar algo a un bebé, nada como los primeros libros llenos de texturas.
· Si ya tiene edad para pasar páginas, las imágenes son lo mejor.
· Si el detalle es para un inventor de historias de seis o siete años, habrá una gran oferta en el mercado para que empiecen a juntar las letras y las palabras y a dilucidar las oraciones.
· Si es para un púber, los clásicos o modernos de aventuras seguramente les llegarán al alma, si han sido adaptados al cine, más jugo le sacarán.
· Para los que ya terminan su bachillerato hoy se cuenta con una producción amplísima de obras, desde las más oscuras hasta las más ensoñadoras, que atrapan a millones de lectores por todo el mundo.
· Para los adultos, ni hablar. Cuando tenga muchas dudas, decídase por los clásicos, esto nunca defraudan y si lo escoge en ediciones hermoseadas, sí que acertará.
En este mundo de pragmáticos que valoran lo funcional, cuando se intenta enterrar el romanticismo, se ha puesto de moda regalar bonos, una buena opción comercial para cualquiera, pero que es tan práctico que también habla mucho de quien no se ha tomado el trabajo de buscar el regalo ideal para ti. Claro que vale la pena, claro que puedes escoger y al final el resultado te hará feliz, porque el rostro de un lector se ilumina con cada título nuevo, esa es su sorpesa. Porque dar es un arte y ese arte pasa por tratar de entender los gustos o las necesidades del otro. Sigamos:
· Para una crucigramista, un diccionario;
· para un romántico, poesía;
· para una conocedora de la historia, algo que nos cuente el pasado;
· para una académica, un ensayo;
· para una optimista, los de autoayuda;
· para una pesimista, un libro de humor;
· para una circunspecta, filosofía;
· para una dicharachera, un vodevil;
· para un dramático, teatro;
· para una curiosa, una biografía;
· para un no lector, un libro de mesa;
· para una ambientalista, una guía de aves;
· para una periodista, una antología de reportajes;
· para un rezandero, una obra papal;
· para todo caldense, un autor local.
Ayúdeme a completar la lista. Vaya a una librería, preferiblemente local, y verá que encuentra los regalos para todos los que quiere, rápido y fácil. Tómese el tiempo, déjese orientar y finalmente piense en esa persona y en el libro que ha escogido para ella, seguro querá verle la cara cuando lo destape. Y si no, igual es una oportunidad para que #HablemosDeLibros, no se trata de acertar, se trata de tener una excusa para conversar.