Fernando-Alonso Ramírez

Periodista y abogado, con 30 años de experiencia en La Patria, donde se desempeña como editor de Noticias. Presidió el Consejo Directivo de la Fundación para la Libertad de Prensa en Colombia (Flip). Profesor universitario. Autor del libro Cogito, ergo ¡Pum!

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Es un gusto encontrarse con una historia de las ideas mostradas en su complejidad. Nos acostumbran desde el colegio a dividirnos la historia de la filosofía en escuelas con sus ideas separadas, con límites que permiten ver claramente la diferencia entre unas y otras, pero eso nos aleja de los diálogos entre saberes, diálogos que pueden servir para marcar diferencias o para crear afinidades. Para comprender mejor.

La Stoa Historia de un movimiento espiritual, de Max Pohlenz, es un clásico para muchos, conoció la luz en alemán en 1948, pero por primera vez se imprime en español. Forma parte de la colección clásicos radicales, con los que se busca poner en circulación textos que no se imprimían desde hace años, pero que se convirtieron en importantes referentes para estudiar en torno al pensamiento.

Se trata de un libro que, de acuerdo con los editores, en alemán siempre se imprimió en dos tomos, eso hace que se sienta largo, pero la recompensa viene al ver cómo el autor, fallecido en 1962 con 90 años, diseccionó a tal punto la Stoa, que logra conectarla desde sus orígenes casi hasta nuestros tiempos, incluido el periodo de veda que vivió en el oscurantismo, como tantas ideas que recibimos de los griegos.

“La filosofía estoica ocupa un lugar especial en la historia de la filosofía griega", comenta en el prólogo Emilio Lledó, para quien es claro que el completo estudio de Pohlenz permite escudriñar hasta el fondo en lo que significó este legado para la cultura occidental. Al final, el texto trae un epílogo igualmente interesante sobre el autor y su relación con el estoicismo, que nos ayuda a comprender también que los hombres son ellos y sus tiempos, pues le correspondió a este hombre vivir en tiempos turbulentos.

El estoicismo es sobre todo importante por la postura ética de quienes siguieron esta escuela hasta el siglo III en tiempos romanos, incluidos emperadores y papas. Habla de una ética práctica, que se ve reflejada en las actuaciones cotidianas de los ciudadanos y ese es su mayor valor. Es impresionante ver cómo Pohlenz conecta los puntos del judaísmo y luego del cristianismo con el estoicismo. Cómo cada autor, incluido san Agustín toma prestado de La Stoa lo que le viene bien a la difusión de esta religión. Porque todo tiene principio. 

Zenón fue un hombre nacido en Chipre que llegó a Atenas como tantos otros con la idea de contagiarse de ese ambiente de pensamiento, de ideas, para convertir este lugar en su patria espiritual, pero siempre estuvo influenciado por su origen semita y, por eso, el autor atribuye su capacidad para crear una nueva escuela, La Stoa, basada en la importancia de la actitud interna del hombre y de sus obras.

Los estoicos y los epicureos, tan distantes, pero tan necesitados los unos de los otros como contrapuntos para explicar sus ideas, vinieron después de Platón y de Aristóteles, para continuar con esta trinidad que los griegos siempre tuvieron como los elementos constituyentes de interés de la filosofía: la lógica, la física y la ética. Los estoicos mostraron un camino que permitía beber de diferentes escuelas, pero siempre privilegiando la capacidad del hombre de decidir, a pesar de estar determinado desde siempre el destino o como lo queramos llamar. Y dejaron para el mundo, las bases sobre las que aún hoy se trabaja en la teoría del lenguaje.

No se llamen a engaños, este es un libro para quienes nos gusta ahondar en los temas filosóficos, para quienes tienen otros intereses puede resultar aburrido o pesado. En mis clases de ética siempre acudo a la actitud estoica de personajes que decidieron asumir la responsabilidad que les corresponda en cada momento, así en ello se les vaya la vida. Entender que la ética es práctica y necesita de valientes capaces de tomar las decisiones difíciles, pero correctas, es sembrar también ideas de que no hay manera de cambiar el entorno, sino asumimos nosotros lo que nos corresponde en suerte o en competencia. 

El libro es una lección de cómo las ideas son el resultado de un devenir histórico y una sucesión de hombres y hechos que van afinando, probando, cambiando los conceptos para ir puliendo, por eso siempre hay orígenes que nos llevan a otras etapas y se producen modificaciones ante nuevos hallazgos o propuestas, es la complejidad del mundo, no la parcelación o la simplificación que hacemos de ellas para entender mejor, pero que nos hace perder los matices, tan esenciales, para saber el terreno que pisamos. El Imperio romano con hombres como Marco Aurelio o Cicerón o Séneca fueron estoicos a su manera, incluso Kant que no habló directamente de los estoicos puso en marcha conceptos que vienen desde Zenón, porque eso es lo bello de las ideas, siempre hay oportunidad para retomarlas.

Si alguno se anima a leer este texto, bienvenido para que #HablemosDeLibros, de estoicismo y de ética práctica y viva.

Subrayados

  • Las percepciones sensibles singulares se imprimen en el alma como el sello en la cera.
  • La disposición racional de nuestra alma es el presupuesto de toda nuestra existencia espiritual.
  • Los estoicos antiguos son por entero hombres de este mundo.
  • La verdadera libertad es la libertad moral del sabio.
  • Todos los hombres del Estado deben esforzarse en educar al niño en el espíritu de la recta ciudadanía.
  • El estoicismo es un movimiento espiritual (...), una influencia decisiva sobre el pensar, el sentir y el actuar de los hombres.
  • El hombre grande no debe limitarse a pensar e investigar, sino que tiene que obrar activa y creativamente.
La Stoa