Fernando-Alonso Ramírez
Periodista y abogado, con 30 años de experiencia en La Patria, donde se desempeña como editor de Noticias. Presidió el Consejo Directivo de la Fundación para la Libertad de Prensa en Colombia (Flip). Profesor universitario. Autor del libro Cogito, ergo ¡Pum!
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Al terminar la conversación que tuve con el escritor manizaleño Martín Franco sobre su novela Gente como nosotros el pasado jueves dos jóvenes me preguntaron sobre cómo podría lograrse un mayor interés en actividades como la Feria del Libro.
Lo primero sería entender que en Manizales el mediodía no es para programar charlas, excepto que tengan público cautivo o que se trate de autores de tal reconocimiento que sus seguidores no dejen de hacer las cosas. Claro, este tipo de actividades intentan cambiar la forma de pensar de los manizaleños, pero no pueden programar y programar charlas sin garantizarles a los autores una presencia mínima de público.
Lo digo porque en un par de oportunidades de esta semana vi auditorios en los que había más panelistas que público, y eso no está bien. Por eso la Feria del Libro debe ser un evento que esté integrado en un ciclo más amplio, que se salga de la Universidad de Caldas, para ser de la ciudad. Para eso está recibiendo el apoyo de la Alcaldía por fin.
De hecho, en la inauguración el alcalde, Jorge Eduardo Rojas, habló de la construcción de una política pública del libro, que espero sea lo suficientemente amplia y aperturista para acompañar a los escritores, editores y lectores que hay en la ciudad y que sume a las iniciativas que ya existen.
Quiero destacar algunos espacios de esta Feria, aunque no pude estar en algunos de ellos. Reconocer que era necesario rendir homenaje a Octavio Escobar Giraldo, quien estuvo detrás de la construcción de este proyecto y fue alma y nervio, a quien le tocó muchas veces trabajar con las uñas y pasar angustias. Debió ser un desagravio con una persona a quien la Universidad ha hecho muy poco por reconocerle la proyección que le ha dado, bueno, pero al menos se cumplió con este homenaje, antes de que el escritor partiera para Bucaramanga donde se realizaba en la misma fecha su Feria del Libro.
El otro homenaje que bien valió la pena fue el que se rindió al librero Leonel Orozco, fallecido hace dos meses. La presencia del propio Octavio Escobar, de Orlando Mejía Rivera y de William Ospina demuestra las calidades personales del homenajeado y su calidez como librero, un aprendizaje "arduo y complicado", en palabras de Rafael Vega Bustamante en Memorias de un librero (2005).
Cómo no mencionar el rescate que se está haciendo de la obra de La Vorágine y empezar a mostrar ese archivo con que cuenta la Universidad de Caldas y que según la estudiosa Carmen Millán, es el archivo del futuro de Rivera, pues lo que se celebra hoy es el centenario de la primera edición, pero la que leemos es la quinta, que terminó de revisar el autor en 1928, poco antes de fallecer en Nueva York, a donde viajo con el ánimo de traducir su libro y de montar una editorial que publicara autores latinoamericanos.
Una buena oportunidad de revisitar esta obra canónica de la literatura colombiana y de la Amazonía. Y es la del futuro, porque ese es el archivo que se encuentra aquí, el de los días de Rivera en Nueva York.
Hice todo lo posible por llegar a la presentación del libro que rindió homenaje al desaparecido Jorge Santander Arias, que falleció hace 50 años, cuando ejercía como subdirector de LA PATRIA. Un personaje que tuvo mucho que ver en la difusión de las letras de las nuevas generaciones, que hoy conocemos como ya autores consagrados.
Esta obra que empecé a leer y pronto reseñaré en extenso, nos invita a conocer las preocupaciones de un intelectual de entonces. Generalmente esta columna tiene un recuadro con el título de Subrayados, que es un homenaje a quien nos antecedió en el privilegio de formar parte de esa escuela del periódico, porque así se titulaba su columna -Subrayados- y también el libro que compila algunas de sus columnas.
Aún hay tiempo para asistir a la Feria del Libro hoy y mañana, una oportunidad para conocer la bella estructura del Rogelio Salmona y para que #HablemosDeLibros.
Foto | Luis F. Trejos | LA PATRIA
La Feria del Libro es una oportunidad para congraciarse con la palabra escrita.