Los actores que conforman las sociedades son de diversos tipos, clases y no tiene nada que ver con su posición social o económica. Son los individuos, hombres y mujeres, que con sus actuaciones cambian el comportamiento habitual de una sociedad, con actos humanos que benefician a los ciudadanos de su región. No siempre son reconocidos. Muchas veces son despreciados y atacados, porque con sus acciones y determinaciones afectan a un grupo económico o social especial, que, creyéndose poseedor del poder, que todo lo que se haga en una región o una ciudad debe favorecerlos, independientemente de que eso signifique el perjuicio que se le causa a otros, que son mayoría, pero que les importan poco a los que se creen amos y señores de sus regiones y áreas de influencia.
Manizales ha tenido personas ejemplares en todas las áreas, que, siendo paradigmáticos en su quehacer, han sido despreciados por las élites de la ciudad, olvidando todo lo que hicieron o deformándolo para presentarlos como los verdugos de esta. Para comenzar con estos escritos de gente que ha sido paradigmática, pero a la que han despreciado, desprestigiado y odiado por sus actuaciones, empezaremos a hablar de un personaje muy conocido en la ciudad, a quien llamaron “el Enterrador de la comarca”. Hablo de Guillermo Trujillo Estrada, un economista de la Universidad Javeriana, que fue hace muchos años nombrado por la Junta Directiva de la Corporación Financiera de Caldas como su presidente ejecutivo. En ese cargo se desempeñó con absoluta transparencia y honestidad.
Nadie puede levantar su voz para decir que se apropió de un solo centavo que no fuera su sueldo, de manera que ha sido prácticamente el único presidente de una corporación de ese tipo, que no ha salido rico de ella. La mayoría de los que depositaban sus ahorros en dicha Corporación, pertenecían a la clase media de Manizales, que, con esfuerzo y dedicación, habían logrado hacer un ahorro que era fundamental para su manutención y su vida. Esos ahorradores la pusieron en depósito en la Corporación, para obtener unos dividendos, que eran la ganancia que los ahorros producían. Esa utilidad salía de los intereses que se les cobraban a los individuos o a las empresas más pudientes de la ciudad, que la pagaron sin problema durante un tiempo, hasta que, en época de crisis financiera, comenzaron a incumplir los pagos, causando una situación de caos económico en la entidad.
Como consecuencia de esa realidad, Guillermo Trujillo comenzó en forma consensuada y por disposición colegiada, la liquidación de la Corporación. Ha sido la única en Colombia que se liquidó legalmente, sin rastros de dineros perdidos en manos de quienes la manejaban. Las otras que se han declarado en cierre son muchísimas, y ninguna, excepto la Corporación Financiera de Caldas, devolvió el dinero a los ahorradores; dinero apropiado por dirigentes y deudores ricos que no pagaron las deudas.
Para hacerlo, embargó empresas y personas, como la empresa que se convirtió en el “Centro de Ferias y Exposiciones de Manizales”, hoy el segundo centro más grande del país. Esto producirá muchas críticas, todas de los que tuvieron que pagar y fueron embargados, pero eso habla muy bien de un empleado honesto y pulcro, Guillermo Trujillo Estrada. Seguiremos contando más sobre él, antes de pasar a otro actor ejemplar, la compañía Lúker.