Todos los días no quejamos por la corrupción general que se campea oronda en nuestro país, con personas, que no solo no la combaten sino que con sus actos y sus decisiones, las normalizan o las engavetan para dejarlas en el olvido. Pero el olvido no es el rincón en el cual podemos recostarnos a vivir tranquilos, sin que nos importe lo que ha pasado y sigue pasando, lo que han hecho y siguen haciendo, lo que no les produjo y no les producirá vergüenza o recato alguno.
La corrupción en Colombia ha permeado todos los establecimientos y todos los niveles sociales. Está presente en la política, la medicina, la ingeniería, la arquitectura, la psicología, la filosofía, las carreras profesionales y técnicas con las que nos preparamos todos los que hemos nacido en este vergonzoso país, en el que no hay vergüenza ni recato, se perdieron los principios, cambiados por intereses. Hicimos del tango Cambalache escrito por Julio Sosa un nuevo himno nacional: “ Que el mundo fue y será una porquería, en el 510 y en el 2000 también, que siempre ha habido chorros, maquiavelos, y estafa´os, contentos y amarga´os, calores y doblé. Pero que el siglo. 20 es un despliegue de maldad insolente, ya no hay. Quien lo niegue. Vivimos revolca´os en un merengue y, en el mismo lodo, todos manosea´os. Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor, ignorante, sabio o chorro, pretencioso estafador. Lo mismo un burro que un gran profesor. No hay aplaza´os, ¿qué va a haber?, ni escalafón. Los inmorales nos han igula´o. Si uno vive en la impostura y otro afana en su ambición, da lo mismo que sea cura, colchonero, rey de bastos , caradura o polizón. ¡Qué falta de respeto, qué atropello a la razón!. Cualquiera es un señor, cualquiera es un ladrón….que a nadie importa si naciste honraó. Si es lo mismo el que labura noche y día como un buey, que el que vive de las minas, que el que mata, que el que cura o está fuera de la ley.
Se ha arraigado tanto y hace parte como algo “natural” del cotidiano, que se han escrito miles de frases que muestran la realidad de lo que representa la corrupción y el nivel de aceptación que ha adquirido, sin que tengamos la determinación firme de hacerle frente y acabarla para erradicarla del comportamiento de los seres humanos decentes y honestos, que por desgracia sufren sus consecuencias.
Mahatma Gandhi bien lo decía: “La corrupción y la hipocresía no deberían ser productos inevitables de la democracia, como sin duda los son”. Peor que eso lo expresó Kofi Annan: Sila corrupción es una enfermedad, la transparencia es una parte medular de su tratamiento”. Pero apocalíptico es el mensaje que nos entregó Sukant Rantnakar: “Si elegimos a los mismos políticos corruptos de siempre, ese es un mensaje muy claro de que no queremos un cambio. El papa Francisco fue más lejos cuando expresó: “La corrupción la pagan los pobres”. Ya Cicerón lo advertía: “Servirse de un cargo público para enriquecimiento personal resulta no ya inmoral, sino criminal y abominable”.
¿Qué desgracia generacional y de idiosincrasia estamos pagando, para que permanezcamos inamovibles en el intento de contrarrestarla?. Desafortunadamente los medios de información masiva, están llenos de personajes sin escrúpulos, seriamente cuestionables, verdaderos expertos en el maltratado oficio de desinformar y mentir, para crear tendencias, y conseguir reacciones de los que los escuchan y los leen, que como simples convidados de piedra, no los cuestiona, contradicen, refutan o denuncian, haciendo que la mentira, la injuria y la calumnia sean las virtudes que creen tener, cuando no pasan de ser alimañas que se enriquecen deformando la verdad, diciendo mentiras, o engañando a la gente, con noticias falsas, acomodadas o deformadas, con las que se manifiestan los grupos de opinión que ellos lideran, convirtiendo la verdad en una entrometida, que no puede salir a la luz pública, porque pondría en evidencia todos los desvaríos e indecencias de los que de una manera u otra tiene el poder en sus manos.
¿En que se diferencian esos sicarios morales que disparan información falsa, de los sicarios que disparan por un precio? En nada. La corrupción hace parte de nuestro cotidiano, solo porque no hemos tenido las agallas de enfrentarla con valor y determinación.
Como bien lo decía el escritor, jurista y político Ruy Barbosa: “De tanto ver triunfar las nulidades, de tanto ver prosperar la deshonra, de tanto ver crecer la injusticia, de tanto ver agigantarse los poderes en manos de los malos, llegamos a desanimarnos de la virtud, reírnos de la honra, y tener vergüenza de ser honestos”