Mediante Ordenanza No 006 del 24 de mayo de 1943, se formalizó la creación de la Universidad Popular, cautivador nombre que después fue cambiado por el de Universidad de Caldas. Su primer escudo correspondía al mapa del viejo Caldas con la letra U de gran tamaño en su centro, como indicando más que universidad, la unidad de tres departamentos que sólo perduró por 20 años mas. Surgió como la primera universidad del eje cafetero, pero sobre terreno ya abonado. Como lo relata Albeiro Valencia Llano (Manizales. La Aldea, el pueblo, la ciudad. 2023) fueron sus dignos antecesores el Colegio Mayor de Manizales, el Instituto Universitario, el Liceo Caldense, la Escuela Agrícola, la Escuela de Bellas Artes y el Instituto Politécnico de Caldas. Incluso, como lo afirma el distinguido historiador, el anclaje de la Universidad Nacional en Manizales se logró cuatro años después (1947) con la creación de la Facultad de Ingeniería, iniciativa de su entonces rector Gerardo Molina, del Gobernador de Caldas José Jaramillo, del Alcalde de Manizales José Restrepo y del Consejo Directivo del Instituto Politécnico como se llamó también a la Universidad de Caldas. Esto explica por qué las icónicas universidades públicas de Manizales no están separadas sino unidas por una calle. La Universidad de Caldas representa el fin de una hegemonía conservadora que veía en la educación un escenario propicio para la recomposición dogmática y moral de la sociedad colombiana. En sus inicios, cabalgó paralela con los penosos hechos de la época de “La Violencia” viendo nacer a las también públicas Universidad Tecnológica de Pereira y Universidad del Quindío y en lo local a la Católica, la de Manizales y la Autónoma a quienes ha aportado de manera significativa una base profesoral de gran mérito. Con la Constitución Política de 1991 y la famosa frase “bienvenidos al futuro” de César Gaviria se configuró un nuevo escenario para las universidades públicas, al incorporarlas en un modelo económico de talante neoliberal que fracasó pero que dejó gravitando sus principios entre los pasillos universitarios. Llegó la “competencia” a lo que se consideraba un servicio público esencial y en nombre de la autonomía universitaria las tienen cubriendo el histórico déficit presupuestal. Por ejemplo, el 45% de los ingresos de la Universidad Tecnológica de Pereira provienen de sus propios recursos mientras que en la Universidad de Caldas ya rondan alrededor de un 30%. Con los recursos del presupuesto general de la nación, sólo se podría atender un tercio de la actual población estudiantil. Por eso, el principal deudor de las Universidades Públicas es el propio Estado. Quienes tuvimos el privilegio (no el derecho) de ingresar a la Universidad de Caldas, logramos alcanzar en mayor o menor medida el beneficio del bienestar social y económico pero sobre todo acceder al conocimiento y a la formación integral. Sin embargo, cantidades de jóvenes no logran ingresar a la universidad pública y carecen de recursos para costear matrículas en universidades privadas. Por ejemplo, para el actual período académico se presentaron 355 solicitudes para cubrir los 70 cupos del programa de Lenguas Modernas; 986 interesados en los 56 cupos de Medicina y 507 para cubrir los 70 cupos de Ingeniería en Sistemas. ¡qué lotería! Urge quitar la mirada del piso y recuperar la grandeza para fomentar la creación de una nueva universidad pública para la ciudad como se hizo hace 80 años. La Universidad de Caldas ha contribuido de manera ejemplar al desarrollo social, económico, cultural y científico de la región y del país y sólo espero que la sociedad en general así lo sepa reconocer. Felicitaciones.