Pereirita, así con diminutivo le suelen decir muchos de los hinchas a su Deportivo Pereira, práctica del lenguaje muy usual en Colombia, como amorcito, platica, noviecita, uribito, trabajito, almuercito, boletica, regalito, arbolito, natillita, tamalito, borrachito, aguardientico, roncito y porrito. Por cariño o cariñito o por pequeño o pequeñito, lo cierto del caso es que la obtención del título del fútbol profesional colombiano por parte del “grande Matecaña” es la noticia deportiva de fin de año en la región del eje cafetero. Vaya casualidad, que justo el año del “bogotazo” y de la muerte de Jorge Eliecer Gaitán (1948) se dio inicio al primer torneo profesional de fútbol en Colombia con 10 equipos participantes, que dejaron a Santa Fe como primer equipo campeón y donde la región del viejo Caldas se hizo presente con dos equipos de Manizales: Deportes Caldas y Once Deportivo. Aunque el “Depor” como también le dicen al Pereira, surgió en 1944, todavía no participaba en los torneos profesionales. Desde el inicio de la llamada época dorada del fútbol profesional colombiano (1949-1980), el viejo Caldas contaba con 4 equipos en la categoría profesional y el Deportes Quindío se destacó como el primer equipo en alcanzar una estrella (1956) teniendo como sede una ciudad no capital (Armenia).
La grandeza de Caldas se reflejaba incluso en el fútbol profesional. Aunque el Deportivo Pereira fue el primer equipo fundado en el eje cafetero tuvo que aguardar 78 años para tener la oportunidad de ser campeón. En su larga trayectoria, varios hechos curiosos e históricos han rodeado la sufrida existencia del principal rival del Once Caldas: no fue un empresario del fútbol el que fomentó su creación; por la iniciativa del policía Guillermo Gaviria Londoño, podría decirse que el equipo surgió por razones políticas, en el marco de un acuerdo de paz entre los equipos Vidriocol y Otún, que según se relata en la página web del Deportivo Pereira, no se podían ni ver y optaron por fusionarse. Extraña y curiosa solución inconcebible en tiempos actuales.
Los equipos diferentes a los bogotanos y a los de grandes ciudades capitales como Medellín, son el reflejo de una larga y extensa lucha en contra el centralismo y el colonialismo territorial. No en vano adoptan los nombres y los colores de las banderas de las ciudades donde se fundan mientras las barras bravas se apropian de los himnos y emblemas municipales adaptándolos para sus respectivas murgas. La cancha es un campo de batalla por el reconocimiento del arraigo territorial y la autonomía de los pueblos; es enaltecer un nombre, una ciudad y una comunidad en torno al fútbol. El desarraigo territorial se ve reflejado, por ejemplo, en la figura de reconocidos comentaristas y periodistas deportivos de “provincia” que resultan trabajando y viviendo en Bogotábajo el rol de influenciadores políticos como los manizaleños César Augusto Londoño y Carlos Antonio Vélez que por razones económicas terminan alentando las causas de SantaFe y Millonarios. Como dicen por ahí, Bogotá al que no transforma lo deforma. El triunfo del Pereira ha implicado una mirada a las regiones especialmente a la del Paisaje Cultural Cafetero y eso es motivo suficiente para congraciarme con el éxito alcanzado, pues todas las ciudades colombianas en sus dimensiones son igual de importantes para un proyecto de nación, por eso siempre apoyaré cualquier iniciativa que pretenda fomentarse más allá de lafalaz denominación de las “principales ciudades” que es como se suelen referir a Bogotá, Cali, Medellín y Barranquilla. Ya me he de imaginar el partidazo que se jugará el próximo año cuando vengan al Palogrande a mostrar por qué son los campeones.