Al recorrer las vías del Eje Cafetero, bellamente exaltado como Paisaje Cultural Cafetero (PCC), es común encontrar grandes avisos informativos al lado de la carretera que contienen las letras PCC y el respectivo nombre del municipio. Sin embargo, más allá de recordarnos por dónde estamos pasando, ha resultado complejo entender o mejor desarrollar el contenido y significado tangible, económico, cultural, ambiental y social que implicó la inscripción del PCC en la lista de patrimonio mundial por parte de la UNESCO, el 25 de junio de 2011.
La Resolución 2079 del 7 de octubre de 2011 del Ministerio de Cultura lo reconoció como Patrimonio Cultural de la Nación. Dicha norma se encuentra derogada; no obstante, se reforzó la exaltación patrimonial con la expedición de la Ley 2245 de 2022, que incorporó, además de los 51 municipios que comprendían el PCC de Caldas, Quindío, Risaralda y Valle de Cauca, los 35 municipios cafeteros del Huila. Es cierto que algunos municipios cafeteros del sur de Antioquia y norte del Tolima no están, pero estuvieron. La existencia de egos regionalistas aún sigue sacrificando la importancia del principio de la solidaridad y de la complementariedad frente a causas comunes.
La tríada naturaleza-cultura-economía es una construcción de profundo desarrollo que se ve reflejada en el contenido conceptual Paisaje-Cultural-Café. Desde 1995 y antes de la creación del Ministerio de Cultura, los pioneros de esta declaratoria, como Juan Luis Mejía Arango, Juan Manuel Sarmiento Nova y Fabio Rincón Cardona, por mencionar solo algunos nombres, lideraron, con la participación de universidades e instituciones públicas y privadas, la construcción de un modelo exitoso de desarrollo sostenible y participativo en torno a la cultura del café.
Como muestra de los aportes altamente significativos derivados de dicho instrumento, puede verse a través de la plataforma de Youtube de Piedramaní la extraordinaria conferencia que sobre arquitectura vernácula presentó recientemente el profesor Sarmiento Nova de la Universidad Nacional en una de las sesiones de la Cátedra de Historia Regional de Manizales y Caldas. En su exposición, dejó muy claro que la actual arquitectura del café fue realizada por sus cultivadores y comercializadores, y no por colonos antioqueños, como equivocadamente muchos piensan; en otras palabras, no hay arquitectura colonial. Además, advirtió que todo pudo deberse a la reproducción de la visión equivocada que Néstor Tobón Botero plasmó en su libro “Arquitectura de la colonización antioqueña. Tomo II. Caldas”.
Los deseos de reformular la Feria de Manizales pueden encontrar un espacio de fortalecimiento y reconocimiento nacional e internacional si se soportan en la filosofía del PCC. La cantidad de hoteles que se construyen en sus zonas rurales dan cuenta de dicho interés. Urge adicionalmente, alertar al sistema universitario de Manizales frente a la necesidad de cualificar las personas que han de enfrentar los retos que nos impone este patrimonio cultural de la Nación con la oferta de un programa técnico bilingüe en paisaje cultural cafetero. Manos a la obra.