¿Qué vamos a hacer para que los turistas nacionales e internacionales pernocten un día más en la ciudad y nos dejen en nuestras arcas unos pesos extra? Una manera de retenerlos es teniendo que hacer o ver algo interesante adicional en Manizales a lo que hoy podemos mostrar, por ejemplo, si hubiera más museos como de arqueología, arte religioso, botánico, artes plásticas con colecciones itinerantes, etc., la ciudad tendría un circuito de nuevos espacios para visitar.
Si tuviéramos algo de visión cosmopolita en nuestra ciudad, podríamos generar y estructurar proyectos serios de importancia de interés nacional que promuevan y preserven nuestra memoria cultural en el espacio y en el tiempo. Su implicación en la economía y el impacto en el turismo responsable que traería la creación de estos tipos de museos podrían socializarse y presentarse ante el viceministerio de Fomento Regional y Patrimonio del Ministerio de Cultura para traer nuevos recursos.
La paradoja está en que como es difícil que los entes gubernamentales inviertan en los emprendimientos que promueven y cuiden el patrimonio y la cultura de la región, queda entonces la idea en manos de entes particulares o fundaciones que saquen provecho e intuyan que algunos de estos museos pueden ser un buen negocio particular.
Uno de ellos, sería crear un gran museo arqueológico caldense, que llamaría, el museo de las guacas, resaltando así nuestra identidad regional precolombina, a la cual no hemos dado la importancia que se merece, ya que también hace parte de nuestra historia. El término guaca o hueca o usaca viene de un vocablo quechua, que se refiere a una vasija o colección de vasijas de barro cocido que se encuentran en los enterramientos de las sepulturas indígenas que eran consagradas al culto de sus dioses y en donde se depositaban alhajas, objetos de uso diario o armas, los cuales podrían tener cierto valor dependiendo del estatus del indígena sepultado.
Estos objetos cuentan la historia sobre las civilizaciones que habitaron en nuestra región en la época prehispánica, o sea, pueden superar los 500 años de antigüedad. Muchas de estas piezas las tenemos los caldenses en nuestras casas a manera de museo privado. Si entre todos los que tenemos una reliquia de estas que lucimos con tanto orgullo, las donáramos e hiciéramos un colectivo, tendríamos una colección apreciable digna de un museo y ya los especialistas en patrimonio arqueológico, podrían clasificarlas de acuerdo con las tribus indígenas que habitaron nuestro territorio, dígase carrapas, pozos, pícaras, cartamas, paucures, ansermas, pantágoras, marquetones, quimbayas, pirsas, sopías y demás aborígenes.
Es de anotar, que la Universidad de Caldas, cuenta ya con un museo arqueológico, que podría encargarse de recibir todo lo existente en manos de particulares y agrandar así su colección.
Este proyecto de museo arqueológico con la participación ciudadana e incentivos del Estado, reivindicaría y daría trascendencia a nuestra cultura milenaria, y generaciones futuras podrían apreciar y aprender del legado arqueológico que tiende todos los días a desaparecer, pues enterramientos de este tipo quedan muy pocos y lo que se tiene se debería preservar y proteger adecuadamente, ya que la palabra patrimonio significa algo que se ha heredado de nuestros ancestros y que debe pasar a futuras generaciones. No podemos seguir posponiendo todo, haciendo que otras regiones o ciudades nos tomen la delantera en el desarrollo de la infraestructura cultural y turística.