Esta semana escribo esta nota desde México. Ha coincidido una visita que tenía programada de tiempo atrás a este país con la posesión de la presidenta Claudia Sheinbaum. Culmina AMLO su periodo en el poder con el peor crecimiento en 35 años, menos de un 1% anual en todo el periodo. Entregará a su sucesora un país con la deuda más alta de su historia (54% sobre el PIB), un déficit insostenible del 6% por efecto de una caída de la recaudación tributaria, junto con un incremento descomunal del gasto público. La tasa de inflación ya ronda el 8% y la informalidad laboral el 60%.
Entrega un sistema de salud colapsado, aumento de tiempos de espera para citas y procedimientos de un 16,2% a un 39,1%, escasez de medicamentos y, en general, con todos sus indicadores deteriorados. En materia política las similitudes con Colombia también saltan a la vista. Entrega un país polarizado al máximo, después de haber fomentado un ambiente permanente de confrontación y amenazas a sus opositores políticos y a todos aquellos que no compartían su forma de pensar. Todo lo que criticaron por años se les olvidó. En particular la lucha contra la corrupción, frente en el cual no existió ni política pública, ni un solo resultado qué mostrar.
Pero lo peor vino por el lado de la justicia, en la cual impusieron la elección popular de jueces y magistrados. Un avance más en la cooptación del poder Judicial por la politiquería. También dirá AMLO que entrega un país en paz, con más de 200.000 homicidios y 120.000 desaparecidos en su sexenio. Un país en el que el 92% de los delitos no se denuncian.
Un aspecto de ese gobierno, que por su gravedad no puedo dejar de mencionar, fue el descomunal programa de subsidios. Subsidios para la electricidad, para los fertilizantes, para los alimentos, a la gasolina, para los adultos mayores con el programa Sembrando Vida; para los jóvenes con los programas Sembrando Futuro, Jóvenes en Acción y Jóvenes Propietarios, para útiles, para becas, para los desempleados, para el desarrollo comunitario y para personas en estado de necesidad, para seguros de vida, para apoyo a madres jefas de hogar, el Bono Mujer y decenas más de iniciativas como el congelamiento de peajes, que pusieron el presupuesto de México al servicio de la política electoral.
Ha dicho la presidenta Sheinbaum que México entra a la segunda etapa de la cuarta transformación. ¿Estará pensando Petro que va a llevar a Colombia a la segunda etapa de su primera transformación? Yo creo que nuestro país, a diferencia de México, no va a aguantar ni siquiera la primera de estas irresponsables y populistas transformaciones. Pero qué duda cabe ya de que Petro está siguiendo el mismo libreto de AMLO, y si allá lograron mantenerse en el poder a punta de subsidios y de poner al Estado al servicio de la causa electoral, bien vale la pena mantener todas las alarmas prendidas porque vamos por el mismo camino.