Con el aumento de la esperanza de vida, será inevitable una inversión de la pirámide demográfica llevando al incremento de los adultos mayores -personas con más de 60 años-, cuyo porcentaje estimado en 12% va en crecimiento en el planeta y sobre todo en los países desarrollados, modificándose con ello la estructura del consumo al convertirse en el motor de la llamada “silver economy” soportada en los denominados baby boomers -personas nacidas entre 1935 y 1960-, y que son aquellos que ya han alcanzado la jubilación y poseen un patrimonio once veces mayor que el de los millennials -sus nietos e hijos-.
En consecuencia, dado el envejecimiento de la población asociado a una transición demográfica, donde la actual revolución reproductiva se expresa en el crecimiento de los grupos de personas maduras y longevas respecto a los grupos de menor edad, hablar de Economía Plateada como estrategia para promover no solo nuevos productos y servicios mediante negocios orientados a las personas mayores como nicho de mercado en crecimiento y con alto potencial, es algo que además de importante para la sostenibilidad del sector de la salud y generar impactos positivos en bienestar y calidad de vida, permite ofrecer nuevas oportunidades para aprovechar sus competencias laborales.
En general, gracias a las políticas de salud pública y del desarrollo socioeconómico, sumados a patrones culturales, por primera vez en la historia humana se ha dado un aumento significativo de la esperanza de vida casi generalizado, lo que se traduce en una abundancia de población adulta. Por ejemplo: la población que antes moría durante la infancia o su juventud ahora sobrevive; y, en segundo lugar, conforme declina la familia extensa, la baja natalidad conlleva a contener la fecundidad sobre todo en países desarrollados donde la mujer se educa y vincula a la esfera laboral.
Tras la posguerra de la segunda guerra mundial, a la par que surge la guerra fría de entre la Unión Soviética y los Estados Unidos como superpotencias, además del declive de los imperios coloniales europeos, se estaría gestando esa nueva generación: la de los baby boomers que estará marcada por hechos como el movimiento contracultural, libertario y pacifista norteamericano de los hippies en los años 1960, las protestas estudiantiles y sindicales de mayo del 68 en París y la posterior caída del muro de Berlín en noviembre de 1989. Se trata de las personas mayores que dirigen el mundo y la economía de hoy, mostrándonos la importancia de la experiencia calificada como factor dinamizador del futuro.
Si en años 60 del siglo XX se sacudió el mundo durante una década de rebeldía, drogas y sexo, al igual que con la guerra de Vietnam, la carrera espacial y la revolución china y el proletariado, también en ese período sobresalió la innovación, la liberación femenina y otros grandes cambios sociales que han transformado el mundo; en la de los años 70 se dio otra década marcada por el conflicto Árabe Israelí y el ocaso de la guerra de Vietnam, cuando nacen dos gigantes: Apple y Microsoft, y con la explosión de las TIC en 1979 también Sony desarrolla el walkman, que es el primer reproductor de sonido estéreo portátil.
Entonces no sólo se trata de abrirle paso al “mercado sénior”, donde se aglutinan sectores tan diversos como la salud, la banca, la automoción, la energía, la vivienda, las telecomunicaciones, el ocio y el turismo, entre otros, sino también de abrirle espacio a una generación despreciada por políticas públicas que han venido provocando una sangría intelectual y laboral en la sociedad, al marginar a los adultos mayores que demandan productos y servicios más específicos y personalizados, y olvidándose de la experiencia que han acumulado.
Recordemos entonces que estos baby boomers, que tienen un poder adquisitivo elevado y están libres de cargas económicas, son personas activas a las que les gusta cuidarse y disfrutar de la vida, y disponen de más tiempo libre para actividades culturales y de ocio. Y que también para el caso colombiano, están favorecidos por el empleo según la Ley 200 de 2020, cuando no gozan de pensión, al ordenar promover su autonomía y autosuficiencia económica, garantizando así el envejecimiento activo, satisfactorio y saludable de esta población colombiana.