El municipio de Marsella, cuyo territorio con una extensión de 149 km2 y una temperatura promedio de 18C°, ubicado sobre la cordillera Central en la margen derecha del río Cauca, y a unos 30 kilómetros al noroeste de Pereira o a 29 km yendo hacia el poniente por Chinchiná, fue fundado en 1860 por Pedro Pineda, Nepomuceno Correa y José Bedoya, entre otros. Inicialmente conocida como Villa Rica de Segovia, en 1915 cambia por Marsella al erigirse municipio.
Marsella, esplendor verde en el corazón del PCC.
En este territorio bañado por las aguas de río San Francisco y la quebrada La Nona, y por donde transitó el Ferrocarril del Pacífico pasando por las estaciones Pereira, Beltrán y La Miranda, actualmente su economía se soporta en el sector agropecuario, dado que los usos del suelo dominantes son para siembra del café y ganadería de ceba, pero también para la minería y en menor grado, aunque en épocas remotas sobresalía una explotación aurífera subterránea en La Isabela.
La cuenca del río San Francisco, con 9.530 ha y que se comparte entre Risaralda (70%) y Caldas (30%), es importante por la provisión de agua para comunidades rurales y para la generación de energía al incorporar 3 m3/s que llegan al embalse de La Esmeralda para la hidroeléctrica de San Francisco. No obstante, dados sus conflictos del suelo, requiere de acciones de adaptación al cambio climático en el mediano y largo plazo, para garantizar sustentabilidad.
Mientras en la parte alta del municipio, aunque muchas de las unidades productivas tienen tamaño para la caficultura y siembra de plátano, algunas comunidades padecen de restricciones en movilidad, sobre todo en la temporada invernal; también, en las tierras bajas del territorio -veredas La Argentina, Beltrán y La Miranda-, la problemática se relaciona con la vulnerabilidad frente al cambio climático, por la ganadería extensiva, dada la pérdida de cobertura forestal.
Pero en este precioso municipio de gente amable, su certificación para el Turismo Sostenible, se debe también a los escenarios naturales donde sobresalen áreas de interés ambiental como el Parque Regional Natural Alto del Nudo, la Reserva Forestal La Nona y El Bosque de Don Manuel, y a su verde paisaje. Para apreciarlo, basta ir al Morro para observar la hermosa panorámica desde el sur con el valle del Risaralda, y que pasa por la vereda Alto Cauca para llegar por el norte hasta Palestina.
Si desde 2018 se ha iniciado el plan de manejo y protección de Marsella para convertirlo en patrimonio de Colombia, es para preservar su emblemática arquitectura y los preciosos continuos urbanos de bahareque en guadua con tierra o encementado, y los notables sitios de interés regional de este bello referente del Paisaje Cultural Cafetero, como son: la Casa de La Cultura, el Cementerio Central y el Jardín Botánico Alejandro Humboldt con su parque de Ciencia y Tecnología. Además de las emblemáticas casonas, ¿por qué se rescata el gran valor arquitectónico de estos bienes?: la Casa de La Cultura, por ser una majestuosa edificación de 1905 que sirvió como Colegio de las Bethlemitas, y que hoy ya restaurada es el principal exponente del bahareque risaraldense; el Cementerio Jesús María Estrada construido en 1928, porque ha sido declarado Patrimonio de la Nación (1988); y el Templo Parroquial María Inmaculada, por su estilo neogótico.
Al 2023, la población del denominado “Municipio verde de Colombia” es de 16.716 habitantes -de ellos 8.813 urbanos-, y aunque en 2005 el INB era 33% para la población rural y 24% para la urbana, ya en 2018 el indicador global de Marsella cae a 13,7% gracias a un proceso que también lo ubica en la categoría 3 del Índice Gen Cero, un nivel medio o de riesgo latente que le impone ejecutar políticas de salud, nutrición y primera infancia.
Finalmente, entre los aspectos por los que Marsella como referente del PCC es un poblado que enamora a Colombia con su riqueza turística, cultural y medio ambiental, es por su oferta de atractivos naturales y patrimonio arquitectónico, además de sus jolgorios (Festival de la Gallina, Fiestas de la Amistad, Fiestas de la Diversidad Cafetera), a lo que se suma una variedad de productos artesanales y gastronómicos que le dan identidad al marsellés.