Nuestros páramos, como elementos biogeográficos tropicales, que por condiciones de clima, flora y suelos comparten Perú, Ecuador, Venezuela, Panamá y Costa Rica, en el caso de Colombia benefician la Región Andina con sus tres cordilleras y el sector Nariño-Putumayo, además del área de influencia de la Sierra Nevada de Santa Marta, lugares donde la pervivencia de la biota y las actividades socioculturales y económicas, aunque están amparados por la Ley 99 de 1993 por ser altamente vulnerables, requieren no sólo de su conservación sino también de estrategias de manejo sostenible para su adaptación al cambio climático.
En Colombia donde se concentra la mitad de los páramos del mundo, estos ecosistemas propios de latitudes tropicales, que al definirlos se sitúan entre los bosques altoandinos y la isoterma de nieves perpetuas así su precipitación media anual varíe según el lugar, con el calentamiento global han venido migrando a zonas de mayor altitud, tal cual se advierte en el país al observar su dinámica en los glaciares del Parque Natural de los Nevados: si en 1970 cubrían 29 km2, de ellos 20 km2 en el Ruiz, 9 km2 en el Santa Isabel y 3 km2 en el Tolima, hoy en extensión sólo tienen la tercera parte.
Se puede hablar de subpáramo, páramo propiamente dicho y superpáramo; y aunque el límite altitudinal varía según el lugar, existe una variedad de vegetación paramuna entre matorrales, frailejonales, chuscales y pastizales que los caracteriza. Mientras en la transición entre el bosque altoandino y el subpáramo las temperaturas medias son inferiores a los 9°C, y en el páramo medio menos de 6 °C, en el superpáramo están por debajo de 3 °C. Y dado que en Colombia las condiciones biográficas favorecen a la Cordillera Oriental, el de Sumapaz-Cundinamarca- con 333.420 Ha de las cuales la tercera parte están protegidas, es el páramo más grande del mundo.
Aunque existe una equivalencia altitudinal de bosque altoandino y subpáramo, al delimitar el subpáramo entre los principales indicadores se tienen, además de una humedad relativa promedio del 85%, la presencia de heladas aunque la temperatura media anual es de 10°C, y unas altitudes típicas establecidas en rangos entre 3.000-3.300 y 3.500-3.800 msnm y por ahora, dado que estos límites tienden a elevarse cerca de 170 m por cada °C que se incremente la temperatura por el cambio climático, que además de deshielos traerá incremento en las lluvias para los páramos.
Pero entre las tres franjas de páramo cordilleranos, si en la Cordillera Oriental aparecen la mitad de ellos, y en todos el paisaje dominado por el modelado glaciar pleistocénico está caracterizado por valles en U, lagunas emplazadas en áreas de socavación limitadas por abundantes bloques y afloramientos rocosos que fueron arrastrados por los glaciares, otra cosa ocurre en los de la Cordillera Central donde adicionalmente aparecen estructuras vulcanogénicas que durante los últimos tres millones de años afloraron en los fragmentos volcánicos del Galeras, Huila y Ruiz, irrumpiendo en la suave y ondulada topografía.
Para estos ecosistemas estratégicos por los servicios ambientales como la regulación del clima y del patrimonio hídrico, aunque se ha logrado la declaratorio de sujeto de derechos en 2020 para proteger la vida, a la salud y ambiente sano en unas 58.300 Ha, urge no solo ampliar el PNN para cubrir el Complejo de Páramos y declarar las Zonas Amortiguadoras para vincular a las comunidades que pueden desarrollar un ecoturismo comunitario sostenible, en lugar de un extractivismo turístico que además de desolar escenarios borrando la cultura, monopoliza la oferta con paquetes excluyentes de todo incluido que dejan por fuera a las comunidades locales.
Finalmente, si para en el PNN de los Nevados donde el régimen bimodal de lluvias varía de 1.500 a 2.000 mm por año en la vertiente Occidental contra 1000 mm anuales en la Oriental, y al año 2000 aún se mantenía el 80% de ecosistemas naturales, habrá que tener en cuenta la urgencia de declarar el Área de Amortiguamiento mirando el Complejo de Páramos cuyas 102 mil Ha supera la del PNN, para proteger estos frágiles ecosistemas ubicados altitudinalmente entre los 3.550 y los 5.280 msnm, donde se incluyen los páramos de Quindío, Peñas Blancas, Aguacatal, Santa Isabel, del Ruiz y Herveo.