En el oriente muchas personas manejan mejor un duelo porque tienen otra visión de la muerte y lo que sigue.
Es normal para un niño budista o hinduista meditar sobre ese paso y aceptar que la vida sigue y que nada es permanente.
Es también muy común para un occidental culpar a Dios, desconocer que muere solo un cuerpo y sufrir por apegos dependientes.
Las frases que uno escucha en los duelos desnudan unas creencias que en necesario desechar:
“Oré y se murió, ya no tengo fe”. Sin ti ya no hay vida”, “ya para que vivo si no estás”, “sin ti la vida carece de sentido”, “me quiero morir”.
Las palabras muerte y muerto deberían borrarse del imaginario porque la muerte existe solo para el cuerpo y nadie está muerto.
Siempre estamos vivos, en el otro lado o cielo, sin cuerpo, acá con cuerpo y de nuevo allá sin este empaque material.
Las pruebas sobran, pero pocos se interesan por investigar. Lee el libro Señales de Laura Lynne Jackson. Lee La vida del otro lado de Sylvia Browne.
@gonzalogallog