Hay tres egos:
1. Ego amoroso, que conectado con tu esencia divina, te impulsa a lo mejor.
2. Ego defectuoso que se pone en el rol de pobrecito o de víctima.
3. Ego orgulloso, lleno de arrogancia y soberbia.
Al primero ámalo y fortalécelo.
El defectuoso necesita seguridad y autoamor.
El orgulloso precisa humildad.
El ego no es malo. El orgullo nos mete en los problemas y nos mantiene en ellos. La humildad te ennoblece, es vital para unas buenas relaciones y te granjea amigos. Jeshua, María y José fueron humildes.
Hace años me dijo en Cali Daniel, un sabio lustrabotas, en la Plaza de Caicedo cuando le pregunté si ciertos “dotores” lo miraban por encima del hombro en su soberbia. “Sí, me dijo, pero eso no me molesta y los veo como los globos”. ¿Cómo así? Y repuso: “Bueno, es que mientras más suben más chiquiticos se ven”.
@gonzalogallog