A la dulce y amada madre de Jeshua le decían en su tiempo Mariám, en arameo, o Miryam, en hebreo.
Un precioso nombre con la raíz egipcia Mir, amada, y el final hebreo Yam: De Dios.
Ella era súper amada por Dios y siempre, igual que su hijo, amó a Dios con todo su ser.
Ámala sin medida y ten en cuenta que ella es como el rostro femenino de Dios.
Algo muy necesario para dejar de lado una fe patriarcal y machista en la que la mujer no cuenta.
Dile a Mariám palabras bonitas porque esto es mejor que repetirle cincuenta veces lo mismo. Dile piropos: Te amo Madre hermosa, eres llena de gracia y de amor, llena de bondad y de paz, te honro.
Miryam, eres humildad y ternura.
María, te amo porque me conectas con tu amado hijo, gracias.
Te amo reina del cielo y la Tierra.
@gonzalogallog