Prende un velón blanco, visualiza la luz como reflejo de Dios. Pon tus manos alrededor del velón.
Observa la llamita, cierra tus ojos, respira suave y visualiza esa luz como algo divino.
Entra a tus manos y de allí se desplaza hasta tus hombros, tu cabeza, tu pecho y todo tu cuerpo.
Mientras lo haces, repite en voz alta o en la mente afirmaciones y oraciones breves:
Dios mío, me iluminas, me llenas de paz, me armonizas, tu amorosa energía me da fuerzas;.
Señor estás conmigo. Dios mío, siento tu presencia. Te doy gracias, te adoro y te alabo.
Amada Fuente Creadora, quiero vibrar en amor verdadero, dar amor y ser amor.
Gracias, me amas y te amo. Eres, Dios, luz en mi camino, irradio tu luz y tu amor.